Martes de la V semana del Tiempo Ordinario, reflexión del evangelio del día

Jesús tiene claro cual es su misión: ha sido enviado para librar al hombre de la esclavitud del pecado. Se mensaje es conciso, para que nadie se llame a engaño.

Si hay algo que no le gusta es la hipocresía, la doblez de corazón, la incoherencia de vida, la falta de autenticidad, todo esto se puede esconder debajo de un profundo discurso espiritual o en un aferrarse a normas y tradiciones, dejando de un lado lo importante. Cada uno que revise su vida con sinceridad, y vea en qué debe cambiar.

Jesús reprocha a los fariseos su hipocresía: honra a Dios con los labios, pero su corazón está lejos. Hoy Jesús podría denunciar también la hipocresía que en la que viven muchos cristianos, pero a la inversa, honran a Dios en el corazón, pero con los labios lo niegan. Muchas veces los cristianos no se muestran como tal en sus ambientes de trabajo o estudio por miedo a ser rechazados o a que se burlen  de ellos.  Pueden llegar incluso a mofarse de algunas cosas de la fe para no ser señalados como retrógrados. Sufren en su interior pero no son valientes para ser fieles a su misión de dar testimonio de Cristo con su vida y su palabra donde se encuentren,

Pidamos al Señor la gracia de no acobardarnos. Sabemos que “quién pierde su vida la encontrará”, salgamos a la calle a anunciar el Evangelio. No nos quedemos en nuestro confort, sabiendo que hay muchos hermano que necesita unas palabra de aliento, pero que salgo del corazón.

En Cristo

José Bismar Villagra, seminarista egresado de teología. 

 

Reflexión del Evangelio de San Marcos 6, 53-56

Pastoral de Medios de Comunicación Diócesis de Jinotega-Nicaragua.

Reflexión del Evangelio de San Marcos 6, 53-56. Por el Padre Asdrubal de Jesús Zeledón Ruiz,

Una vez más queridos hermanos, Dios por medio de su Palabra nos muestra su mensaje de salvación, la predicación de la Buena Nueva de salvación, sus prodigios y milagros, la gente ha descubierto el fruto de la belleza de cada acontecimiento que son la expresión del amor de Dios con los suyos.

Escuchar el mensaje de Jesús, es un signo de acogida a su Palabra,  le buscan y van a todas con Él, no les importa el lugar, creo que todos vamos con un propósito para seguir al Hijo de Dios. Yo le pregunto ¿Usted, por qué le busca? Es impresionante su actuar entre la gente, le buscaban para pedirle un favor, «Señor, mi hija está agonizando, impones las manos para que viva» Mc 5, 23, para Jesús la vida del otro, conmueve, impresiona y anima, «no temas, basta que tengas fe» Mc 5, 36.

Gran parte de su tiempo lo dedicó a la atención a los enfermos, los relatos bíblicos nos dicen, le seguía mucha gente. La atención a los enfermos, fueron continuas noticias que marcó la vida de Jesús, atendía a todos y nunca dejaba sin ayuda a los que veía sufrir  de enfermedad corporal, psíquica y espiritual.

En su travesía le acompañan los discípulos, ser cristianos es vivir con Cristo, recorrer cada circunstancia de la vida, su actividad y su entrega a la misión, y a Jesús le urge el amor que debe sembrar en todas partes, y hacer llegar la buena noticia a todos.

Cuando la gente se entera dónde está Jesús, «le ponía los enfermos a sus pasos, y le rogaba que por lo menos los dejara tocar la orla de su manto; y cuantos tocaban, quedaban curados» Mc 6, 55-56.

Toda la vida y misión de Jesús es de sanación, curación enfermedades, consuela los tristes, perdona nuestros pecados, da sentido a lo que estaba perdido, es decir, Dios es sanación y salvación nuestra. El ser más profundo de Dios es el bien, la vida plena, la salud, la salvación.

Jesús, curar, perdona, libera a la persona de todos sus males. Fue Él mismo que pasó haciendo el bien, curando a todos […] como dice el texto de hoy, «cuantos le tocaban quedaban curados» Que cada uno de nosotros experimentemos los signos de fe en la vida ordinaria de cada día, pues Dios quiere darnos a todos su gracias, la salvación. ¡Para bien de la Iglesia y nuestra propia salvación! Que así sea.

Reflexión martes de la IV semana del tiempo Ordinario

Marcos presenta en un solo relato dos situaciones que a simple vista casi no tienen nada que ver entre ellas; sin embargo, están íntimamente conectadas en la actuación taumatúrgica (curación-sanación) de Jesús. Aspecto que el evangelista convierte en paradigma para nuestra atención o cuidado pastoral-espiritual de las personas. A Jesús le seguía mucha gente. La multitud le seguía porque escuchaban sus palabras, que eran palabras de vida y vida eterna.

Lo siguen personas de toda clase y condición. Hoy nos presenta Marcos a este personaje llamado Jairo, Jefe de la Sinagoga, tiene una hija enferma y quiere decírselo a Jesús, ¿cómo?: se acercó, se postró y lleno de fe le dijo, mi niña está en las últimas; “ven pon la mano sobre ella para que se cure y viva”. Jesús se marchó con él.

La intención del Evangelista Marcos era indicar que Jesús es el verdadero Mesías.Había entre la muchedumbre una mujer que sufría flujos de sangre hacía doce años, ningún médico le había curado. Oyó hablar de Jesús y se dijo, si logro tocar el manto de Jesús curaré; se acercó a él y le tocó el manto con gran fe y quedo curada; Jesús dijo ¿”quién me ha tocado”?, y al verla le dijo: “tu fe te ha curado, vete en paz y con salud”

Así le pasó al Jefe de la Sinagoga cuando le dijeron que no molestara más al Maestro, su hija había muerto, el Señor le dijo, “No temas; basta que tengas fe.”  Jairo ya tenía fe cuando pensó en ver a Jesús, pero ahora le aumentó al decirle Jesús que le bastaba tener fe, y así fue, la fe del padre curó a la niña.

Tal vez estás sufriendo ahora mismo, ardiendo de rabia hacia alguien que te ha herido, o incapaz de olvidar las viejas heridas, o te sientes un poco deprimido.

Habla con la mujer que ha estado enferma durante doce años. Escucha cómo te dice que toques la capa de Jesús. Imagínate haciendo eso. No es magia, sino un encuentro con Jesús y un pedido para que te ayude: tocar a Dios trae su propio poder sanador. Orar puede ser a menudo como tocar solo el doblez de la ropa de Jesús, pero es auténtico cuando, como la mujer, le dices “toda la verdad” a Jesús. Puede sorprenderte que “Jesús te hace libre” (Juan 8:32)

¿Nosotros tenemos fe y hacemos uso de ella en nuestra vida cuando surgen desgracias y problemas en nuestro caminar de cada ddía

En Cristo,

José Bismar Villagra Barrera

Seminarista

Reflexión del Evangelio de Juan 1, 29-34

Martes 03 de enero, feria de Navidad. Pastoral de Medios de Comunicación social, Diócesis de Jinotega-Nicaragua.

Reflexión del Evangelio de Juan 1, 29-34, por el Seminarista. José Bismar Villagra Barrera.

Juan el Bautista ha sido enviado para señalar al Mesías, y al ver a Jesús que camina hacia él, lo presenta como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y como Hijo de Dios que nos bautiza con Espíritu Santo.

Habla del pecado en singular y el pecado es por excelencia, negarse a reconocer a Cristo como el enviado de Dios, aquel que ha venido a revelarnos la verdad; el pecado es estar ciego hasta el punto de no saber cuál es la voluntad de Dios sobre el hombre rechazando al nuevo Moisés. Esta ignorancia relativa al discernimiento sobre el bien y el mal es lo que el Cordero de Dios viene a quitar. Jesús carga el pecado del mundo y hace desaparecer el conjunto de los pecados del mundo, sobre la totalidad del pecado de la humanidad.

Juan, según lo cuentan los sinópticos, invierte los datos del relato del Bautismo de Cristo, ya que no es Jesús sino el Bautista quien ve el Espíritu bajar, ya no es la voz celeste la que da testimonio de Cristo, sino el Bautista. También es Juan Bautista quien percibe el origen divino de Jesús al exclamar “era primero que yo” y es en verdad el Verbo de Dios, el Hijo engendrado, el que aparece humanamente en el tiempo, el que ha aparecido un día de la historia humana, el que celebramos en las fiestas de la Natividad.

San Juan Bautista da testimonio sobre el Bautismo de Jesús. El Papa Francisco recordaba que «el Bautismo es el sacramento en el cual se funda nuestra fe misma, que nos injerta como miembros vivos en Cristo y en su Iglesia»; y agregaba: «No es una formalidad. Es un acto que toca en profundidad nuestra existencia. Un niño bautizado o un niño no bautizado no es lo mismo. No es lo mismo una persona bautizada o una persona no bautizada. Nosotros, con el Bautismo, somos inmersos en esa fuente inagotable de vida que es la muerte de Jesús, el más grande acto de amor de toda la historia; y gracias a este amor podemos vivir una vida nueva, no ya en poder del mal, del pecado y de la muerte, sino en la comunión con Dios y con los hermanos».

Hemos escuchado los dos efectos principales del Bautismo enseñados en el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 1262-1266):

1º «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Jn 1,29). Un efecto del Bautismo es la purificación de los pecados, es decir, todos los pecados son perdonados, el pecado original y todos los pecados personales así como todas las penas del pecado.

«Baja el Espíritu», «bautiza con Espíritu Santo» (Jn 1,34): el bautismo nos hace “una nueva creación“, hijos adoptivos de Dios y partícipes de la naturaleza divina, miembros de Cristo, coherederos con Él y templos del Espíritu Santo.

La Santísima Trinidad Padre, Hijo y Espíritu Santo nos da la gracia santificante, que nos hace capaces de creer en Dios, de esperar en Él y de amarlo; de vivir y obrar bajo la moción del Espíritu Santo mediante sus dones; de crecer en el bien por medio de las virtudes morales.

Pidamos, como nos exhorta el Papa Francisco, «despertar la memoria de nuestro Bautismo», «vivir cada día nuestro Bautismo, como realidad actual en nuestra existencia».

Reflexión del Evangelio de Juan 1, 19-28.

Reflexión del Evangelio de Juan 1, 19-28.

Por el Padre. Asdrubal de Jesús Zeledón Ruiz. Pastoral de Medios de Comunicación Diócesis de Jinotega-Nicaragua.

Queridos hermanos, feliz año nuevo a todos. El Evangelio de este día, leemos el testimonio de Juan el Bautista a cerca de Jesús, al que habíamos oído en el tiempo de adviento, «preparad el camino del Señor», ahora lo señala ya presente ante la alegría de su Nacimiento. «Aquel que es la Palabra, luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo» (Jn 1, 9) Juan el Bautista da testimonio de Jesús, «los enviados de las sectas de los fariseos le preguntan ¿Quién eres tú? Juan no es el Mesías, ni Elías, ni el profeta». «Juan es la voz que grita en el desierto: enderecen el camino del Señor».

También, nosotros podemos preguntar, ¿Quién es Jesús? He reconocido su grandeza, su salvación, su poder, sus prodigios, Dios ha hecho grandes cosas en nuestra vida, hay que identificar a Jesús en nuestra vida cristiana, personas que todavía se siguen preguntando qué será de nuestra vida este nuevo año, quien no reconoce la belleza, la grandeza y las bendiciones de Dios difícilmente ha conocido a Dios. Hay personas que cuestionan la existencia de Dios, cómo es posible que Dios permita el sufrimiento, tuve la oportunidad de platicar con un joven a inicio de este año 2023, y me decía: “Padre, Dios me ha castigado por esta enfermedad que vivo, cuando mi salud se agrava es una máquina que le permite vivir”.

Dios tiene que ser comprendido en lo incomprensible, lo único que le pude decir a este joven fue: la enfermedad puede ser un medio para alcanzar la santidad, aceptando la voluntad de Dios. Juan Bautista vino para ayudar al pueblo a que descubrir la presencia luminosa y consoladora de la Palabra de Dios. «Juan anuncia a Cristo: en medio de ustedes hay uno que ustedes no conocen», Dios Padre nos conceda conocer a su Hijo, Jesús, aceptando su voluntad a pesar de las dificultades, pues tenemos que esforzarnos para  confiar en Dios, en su bondad nos acepte y nos acoge.

Por último, Dios no quiso quedarse lejos de nosotros, su Palabra hecha carne se hizo presente en medio de nosotros, para darnos a todos la salvación. Dios saldrá a nuestro encuentro cada día en la vida ordinaria para darnos ánimo y sentido de vivir. ¡Para bien de la Iglesia y nuestra propia salvación!