REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY MARTES DE LA TERCERA SEMANA DE PASCUA.

El Evangelio nos sitúa en lo que es la esencia de la misión y nos hace ver cuál es el fundamento de donde surge la invitación a predicar por todo el mundo. Es el encuentro con Jesús muerto y resucitado el que suscita en el corazón de cada uno la necesidad de compartir esta Buena Noticia con los demás.

Predicar el Evangelio es la consecuencia de experimentar en nuestras vidas que Cristo ha resucitado; que hay una Creación nueva; que nosotros hemos renacido con él por el bautismo. De ahí es de donde nace el envío: “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio”. Si no hemos experimentado esto ¿qué vamos a anunciar?

Y este encuentro transformador da valor a todo lo demás. Los signos que nos acompañen serán eso: confirmaciones, señales que corroboren nuestra palabra y testimonio, pero no la esencia del mensaje que predicamos. Jesús nos asegura que él no nos faltará y su poder se hará manifiesto. Pero lo maravilloso no será lo esencial de nuestra predicación o, mejor dicho, lo más maravilloso no será necesariamente espectacular.

No olvidemos que el acontecimiento más trascendental de la historia, la Resurrección, se da en un sepulcro sellado, sin imponerse, sin testigos. Lo más espectacular de nuestra fe se da sin espectacularidades. Y Cristo resucitado se presenta a sus discípulos y viene a nosotros en lo discreto y cotidiano, en el trabajo, en casa, en lo de cada día.

Así también, nuestra predicación está llamada a transmitir Vida en donde abunda la muerte, la soledad, el sinsentido en medio de lo más ordinario, sin imponerse con grandes y maravillosos signos que no den cabida a una acogida en absoluta libertad. Dios se encargará de lo que corresponda, pero no deberíamos estar pendientes de lo maravilloso. La Nueva Vida comienza en lo más corriente de nuestro diario vivir.

En Cristo,

Diac. Jose Bismar Villagra Barrera

Reflexión del Evangelio del día Jn 3, 1-8

Lunes 17 de abril de 2023

Reflexión del Evangelio del día Jn 3, 1-8. II Semana de Pascua Ciclo A

Por el Padre Asdrubal de Jesús Zeledón Ruiz

El Evangelio de este día, nos presenta el encuentro de Jesús con Nicodemo, siendo fariseo acude ante el Señor, le llama maestro, reconoce en Él, las señales milagrosas que ha hecho como enviado de Dios.

Jesús define el itinerario de fe, un encuentro personal con Él, en el bautismo renacemos a una vida nueva, en  Cristo. Este encuentro para Nicodemo, fue esencial para empezar el seguimiento del Señor, incluso mira los signos milagrosos realizados por Jesús.

Jesús se dirige a Nicodemo y le dice: “el que no nazca de lo alto no puede ver el Reino de Dios”. Con su Palabra, Jesús lo  introduce al misterio del Reino que está presente en su obra y su persona. Nacer en el Espíritu, significa disponibilidad a los designios de Dios, y sólo Dios puede poner en marcha en el corazón del hombre con la fe en la persona de Jesús.

Para participar del Reino de Dios debe haber dos cosas fundamentales: el agua, signo de limpieza en el bautismo, y el Espíritu que permite hacer brotar la fe en el creyente. Nicodemo, logra pasar de la fe débil, a la fe madura, para lograrlo debe aprender antes a ser humilde ante el misterio, a hacerse pequeño ante el único Maestro, que es Jesús.

Para bien de la Iglesia, y nuestra propia salvación. Amén.

Reflexión del Evangelio del día

Reflexión del Evangelio de San Marcos 16, 9-15.

Sábado de la Octava de Pascua

Por el Padre Asdrubal Zeledón Ruiz.

Queridos hermanos en Cristo, el Evangelio de este día, el Señor nos presenta una síntesis de las apariciones de Jesús Resucitado, el primer día de la semana, Jesús se le aparece a María Magdalena, después camino a Emaús, Jesús como peregrino acompaña a dos discípulos, les explica las Escrituras y le reconocen al partir el pan, por último,  Jesús se apareció a los Once, su presencia en medio de ellos, denota asombro, alegría, tranquilidad, esperanza y paz.

La presencia de Jesús Resucitado libera a los discípulos de la incredulidad, los miedos y la desesperanza, y los transforma en verdaderos creyentes. Ahora bien, nosotros en la vida ordinaria, hemos sentido su presencia, me he dejado acompañar por Cristo Resucitado, dejando a un lado los miedos, la tristeza y la desesperanza.

Entiéndase que en los momentos difíciles, la presencia de Cristo Resucitado, nos consuela y anima y lo dirá Mateo en su Evangelio: «¡Ánimo! No tengan miedo, soy yo» (Mt 14, 27). Este mensaje, no se debe pasar por desapercibido, el quedar sólo para ellos, sino que, deben anunciarlo a los demás. Jesús Resucitado envía a los discípulos al mundo para que extiendan su misión y la evangelización con el Señor. «Id por todo el mundo y proclamad la buena noticia a toda criatura» (Jn 16, 15).

Pidamos al Señor, que nos ayude a ser discípulos suyos, que anunciemos de la Buena Nueva de salvación, con hechos y palabras siendo testigos que Cristo ha Resucitado, para que el mundo crea, que Cristo ha venido a dar la salvación a toda la humanidad. Para bien de la Iglesia y nuestra salvación. Así sea.

Reflexión del Evangelio del día

Meditación del Evangelio de hoy martes de la IV semana de Cuaresma

Evangelio de San Juan 5, 1-3. 5-16.

Lo que contemplamos como profecía en el Antiguo Testamento, Jesús lo realiza a lo largo de su vida pública.  Entre otros testimonios, en el evangelio de hoy,  Juan nos presenta el encuentro de Jesús con un hombre que llevaba muchos años postrado, enfermo,  al que se   acerca  y directamente  le pregunta “¿quieres quedar sano?” con sorpresa nos llaman la atención dos cosas, primero que Jesús, a diferencia de  otras curaciones que realiza, no le pide tener fe en Él previamente, y segundo, que esta persona no le responde afirmativamente, sino que le expone excusas y motivos por los que no aspira a ser curado; es como si ya se hubiera acostumbrado y aceptara su estado de postración y enfermedad.

Jesús lo escucha como desea escucharnos a nosotros y quiere que le expongamos, que le expresemos nuestras necesidades, nuestras enfermedades y dolencias, nuestras tristezas y angustias, lo que nos ata e impide levantarnos y avanzar en el camino del bien, de la entrega, de la caridad, de la confianza, de la fidelidad a los compromisos adquiridos. Él desea que con sinceridad y sencillez le manifestemos nuestra situación real, nuestros pecados, nuestras historias, nuestros fracasos y frustraciones, nuestras cobardías, perezas y limitaciones aun sabiendo que Él ya las conoce.

A la luz de esta Palabra de Dios, debemos preguntarnos, ¿Dónde estoy yo postrado, ¿Cuál es mi camilla?, ¿a qué me aferro para no cambiar, para no salir de mi parálisis anímica, espiritual, de fe, de alegría, de esperanza, de amor, de ilusión?

Jesús en esta cuaresma y a pesar de nuestra falta de fe nos dice: Levántate, toma tu camilla y echa a andar, reconoce   que el Señor del universo está con nosotros, que nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Dejemos actuar a la gracia de Dios en nuestras vidas, no le pongamos obstáculo, dejémonos tocar por ella. Jesús quiere y puede sanarnos y su acción es siempre gratuita, como lo fue toda su vida, muerte y resurrección.

En Cristo,

Diác. José Bismar Villagra.

Reflexión del Evangelio de Mateo 1, 16. 18-21. 24

Solemnidad de San José esposo de la Santísima Virgen María.

Reflexión del Evangelio de Mateo 1, 16. 18-21. 24

Por el Padre, Asdrubal de Jesús Zeledón Ruiz.

Queridos hermanos, celebramos en la Iglesia la solemnidad de San José, modelo de fidelidad y santidad, obediente a la voluntad Dios, custodio de la Virgen, protector de la Iglesia, modelo de padre.

El Evangelio de este día, nos describe con detalle la situación en la que se encuentra San José, el autor sagrado, muestra la grandeza y la fidelidad a la Bienaventurada Virgen María ante la voluntad de Dios. María está desposada con José, Ella espera un hijo, San José, no quiere hacerle daño, le conoce y confía en su esposa.

Para un judío, los desposorios eran signo de fidelidad previo al matrimonio, María espera un hijo, por obra del Espíritu Santo, San José siendo un hombre justo, no quiere decir nada, lo deja en secreto, pues no quería ponerla en evidencia. Sin embargo, «Dios le manifiesta el mensaje por medio del Ángel se le presentó en sueños: José […] no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa espera un hijo por obra del Espíritu Santo».

Será la fe que lo lleve a confiar y creer contra todo desesperanza, él obediente a Dios, confía plenamente en la voluntad del Padre, su entrega, sacrificio y cuidado expresa el amor de padre, que le tiene a su hijo Jesús. Usted, ¿confía en Dios en los momentos difíciles su vida? En mi vida cotidiana, he realizado la voluntad de Dios. Todas las actitudes de San José, le permiten colaborar eficazmente en la historia de la salvación, su disposición y servicio para el Hijo de Dios.

Por último, San José es modelo de padre. Dios como Padre, cuida, protege y ama a sus hijos. Igual el Patriarca San José, cuidará y custodiará a la Iglesia, como lo hizo con Jesucristo. Aceptar la voluntad de Dios, manifiesta la figura principal de un auténtico cristiano: bondad, rectitud y verdad.

Aprendamos a cumplir con las tareas de cada día, ser fiel, confiar contra toda desesperanza e invocar a Dios en los mementos difíciles, que sepamos decir a Dios sí, que Dios nos conceda la gracia para hacer la voluntad del Padre.

Para bien de la Iglesia, y nuestra propia salvación.