Formación permanente

La formación permanente es un derecho y un deber de la Iglesia. Es una actividad unida al ejercicio del sacerdocio ministerial, que le pertenece a la responsabilidad del Papa y de los Obispos. La Iglesia tiene, por tanto, el deber y el derecho de continuar formando a sus ministros y agentes pastorales, para progresar en la respuesta generosa al don, que Dios les ha concedido.

San Pablo nos muestra este sentir de Iglesia particular, «No sigan la corriente del mundo en que vivimos, sino más bien transfórmense a partir de una renovación interior. Así sabrán distinguir cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, lo que le agrada, lo que es perfecto» (Rm 12, 2)

«Para cumplir su misión con responsabilidad personal, los laicos necesitan una sólida formación doctrinal, pastoral espiritual y adecuado acompañamiento para dar testimonio de Cristo y de los valores del Reino en el ámbito de la vida social, económica, política y cultural» (Documento de Aparecida No. 212).

La formación permanente ha sido un reto para los agentes de pastoral en las diferentes parroquias. La Diocesis de Jinotega, ha propiciado la formación permanente en Sagrada Escritura, Catecismo de la Iglesia y Magisterio a los agentes de pastoral (sacerdotes, religiosos (as) y laicos).