Reflexión del Evangelio de día, Lc 18, 9-14

Sábado 09 de marzo de 2024

Reflexión del Evangelio de día, Lc 18, 9-14

Por el Pbro. Asdrubal Zeledón Ruiz

Crédito: A quien corresponda.

Bajada de internet.

Queridos hermanos, el Evangelio de este día nos refleja el rostro de la misericordia de Dios Padre, “a un corazón contrito y humillado, tu nunca lo desprecia” (Sal 51, 17) Dios nuestro Padre, ve lo más íntimo de nuestro corazón. Por ello, nos podemos preguntar ¿Cómo es nuestra oración ante Dios?

El Señor nos muestra dos actitudes de oración ante el Señor, la oración del fariseo y del publicano. Veamos la actitud de cada uno de ellos, ambos suben al templo para orar. El fariseo prepotente, busca enorgullecerse de todo lo que hace en la vida, una actitud humillante para el publicano, el solo busca gloriarse en sí mismo, con todo lo bueno que ha hecho en su vida. La vida del otro no importa, entonces, ¿Dónde está el amor que es el reflejo y la misericordia de Dios?

Dios nos regala una enseñanza, cuando usted y yo, veamos un cambio en nuestra vida cristiana, no nos gloriemos por los cambios que hemos alcanzado, y que lo hemos logrado con la ayuda de Dios, que sean otros los testigos de nuestra conversión. Pero si vamos a decir algo, que sea en bien del otro, que contribuya al esfuerzo, la lucha y la perseverancia para buscar a Dios con sincero corazón.

En cambio, la actitud del publicano, sólo le acompaña la vergüenza por su pecado, “se quedó lejos y no se atrevía a levantar su mirada a Dios” el pecado nos da vergüenza, hemos fallado a Dios, y cuando reconocemos nuestro pecado sólo nos queda acercarnos a Él, para pedirle perdón, una actitud de humildad para invocarle: “Dios mío, apiádate de mí, que soy un pecador” La humildad, nos permite ver nuestra condición, nuestro pecado, le pedimos a Dios nos conceda esta virtud para espiar nuestras propias limitaciones y debilidades.

Pedimos a Dios, nos conceda la gracia de alcanzar la humildad, todo tendrá sentido en la vida cuando amemos primero al prójimo y no le critiquemos, razón del amor está en reconocer al amado (Cristo), que nos perdona y experimentamos el gozo de regresar a la casa del Padre, perdonado, liberado y redimido por su amor.

“Para bien de la Iglesia y la salvación de todos” Que así sea.

Publicado en Evangelio del Dia, Reflexión del Evangelio.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *