La voz de nuestra Iglesia

La Iglesia, a la cual Cristo Nuestro Señor encomendó el depósito de la fe, para que, con la asistencia del Espíritu Santo, custodiase santamente la verdad revelada, profundizase en ella y la anunciase y expusiese fielmente, tiene el deber y el derecho originario, independiente de cualquier poder humano, de predicar el Evangelio a todas las gentes. (CIC 747 § 1).

Es función propia de la Iglesia, enseñar, y lo realiza por Magisterial autentico, conferido por Cristo a los apóstoles y a sus sucesores de custodiar, interpretar y proponer la verdad revelada. El Magisterio de la Iglesia, ha sido instituido por Cristo, y vivo, porque tiene la permanente asistencia del Espíritu Santo.

Esta misión, Cristo la concedió a los Pastores el don de la Infalibilidad, que poseen el Romano Pontífice y el Colegio Episcopal, en cuanto a su enseñanza sobre la fe y costumbre que se contiene el depósito de la Revelación. La función magisterial corresponde a quienes están autorizados para enseñar públicamente en nombre de Cristo y de la Iglesia, es decir, los ministros sagrados legitimados por la ordenación. Cfr. CIC 749-754.

Se ha de creer con fe divina y católica todo aquello que se contiene en la Palabra de Dios escrita o transmitida por Tradición. (CIC 750 § 1). La doctrina social católica, ha sido articulada por medio de una tradición de documentos papales, conciliares y episcopales que exploran y expresan las exigencias de nuestra fe en lo que refiere a amar a Dios y a nuestro prójimo.

Por tanto, si tuviéremos la oportunidad de leer directamente estos documentos, se pueden entender mejor la profundidad y la riqueza de esta tradición. En estas breves reflexiones, que compartiremos la voz de nuestro Pastor, nos ayudará a enriquecernos de temas clave que se encuentran en el centro de nuestra tradición social católica.