Catequesis P. Sacremental

La catequesis

«La Iglesia se preocupa de todos los medios aptos, sobre todo de los que les son propios, el primero de los cuales es la instrucción catequética, que ilumina y robustece la fe, anima la vida con el espíritu de Cristo, lleva a una consciente y activa participación del misterio litúrgico y alienta a una acción apostólica»(G.E.No.4).

La catequesis «consiste en la educación ordenada y progresiva de la fe» (Mensaje del Sínodo de Catequesis n. 1). Y debe ser acción prioritaria en nuestra Diócesis, si queremos llegar a una renovación profunda de la vida cristiana.

Los catequistas, así hombres como mujeres, que, llenos de espíritu apostólico, prestan con grandes sacrificios una ayuda singular y enteramente necesaria para la expansión de la fe y de la Iglesia. En nuestros días, el oficio de los catequistas tiene una importancia extraordinaria en la formación permanente, tantas multitudes y para ejercer el ministerio pastoral.

Pre-sacramentales

La formación de la fe o catequesis pre-sacramentales, son necesarias para quienes desean recibir los sacramentos de la Iglesia. Las catequesis, la inmensa mayoría laicos, ayudan a profundizar el compromiso a quienes desean recibir los sacramentos de la Iglesia, todo bautizado ha de tener presente la responsabilidad que implica la celebración de los mismos, principalmente los sacramentos de iniciación cristiana.

Santo Tomás de Aquino dice: Los Sacramentos tienen un doble objeto: 1) Preparar al hombre para entregarse al culto divino, conforme a la religión cristiana; 2) proporcionar un remedio al pecado. Por estos dos motivos debe haber siete sacramentos (Q LVX).

En efecto, los sacramentos son signos sensibles y eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia, a través de los cuales se nos otorga la vida divina. Son siete: Bautismo, Confirmación, Eucaristía, Penitencia, Unción de los enfermos, Orden y Matrimonio. En la vida personal el hombre se perfecciona por una parte adquiriendo progresivamente lo que desenvuelve, por otra parte, descartando lo que obstaculiza su desarrollo. Dios es la causa principal de la gracia por ser el único capaz de comunicar al hombre la semejanza con la naturaleza divina. Por consiguiente, es de suma importancia que los fieles comprendan fácilmente los signos sacramentales y reciban con mayor frecuencia posible aquellos sacramentos instituidos para alimentar la vida cristiana. (Sacrosantum Concilium. No. 59).