Celebración de la presentación de nuestro Señor en el templo y la jornada mundial de la vida Consagrada

Jueves 02 de febrero de 2023

Pastoral de Medios de Comunicación social-Diócesis de Jinotega, Nicaragua.

Homilía de S.E.R. Mons. Carlos Enrique Herrera Gutiérrez O.F.M, preside Eucaristía en la Fiesta de la Presentación del Señor y la jornada mundial por la vida consagrada.

Reciban un saludo de paz y bien de parte de Nuestro Señor Jesucristo. Carísimos hermanos sacerdotes: fray Francisco Solórzano, vicario para la vida religiosa en nuestra diócesis; hermanos religiosos y religiosas de diferentes congregaciones: frailes menores, terciarios franciscanos de la Madre de Dios, hermanas franciscanas terciarias del Sagrado Corazón de María, hermanas Inmaculatinas, hermanas Betlemitas, misioneras dominicas del Rosario, fieles todos presentes.

La jornada mundial de la vida consagrada la instituyó el papa san Juan Pablo II, el 02 de febrero de 1997, por tres razones: en primer lugar, responde a la íntima necesidad de alabar más solemnemente al Señor y darle gracias por el gran don de la vida consagrada que enriquece y alegra a la comunidad cristiana con la multiplicidad de sus carismas y con los edificantes frutos de tantas vidas consagradas totalmente a la causa del Reino. En segundo lugar, esta Jornada tiene como finalidad promover en todo el pueblo de Dios el conocimiento y la estima de la vida consagrada. El tercer motivo se refiere directamente a las personas consagradas, invitadas a celebrar juntas y solemnemente las maravillas que el Señor ha realizado en ellas, para descubrir con más límpida mirada de fe los rayos de la divina belleza derramados por el Espíritu en su género de vida y para hacer más viva la conciencia de su insustituible misión en la Iglesia y en el mundo.

Quienes hemos sido llamados a una vocación consagrada- como dice Jesús en el Evangelio de san Lucas: “hay quienes nacieron para el desgaste del reino”, y también los que comparten con nosotros la vida cotidiana, sabemos por experiencia que cada mañana trae su propio camino. Y que solo puede aventurarse en él sin extraviarse quien lo afronta bajo el signo de la esperanza en Jesús resucitado. Caminar desde Cristo, pensado como itinerario de ruta para los consagrados y consagradas al desarrollo de este tercer milenio es un ideal permanente:

Esta es la esperanza que proclama la Iglesia a través de los consagrados, como dice el profeta Malaquías en la primera lectura: “mira que envío delante a mi mensajero, para que prepare mi camino”. Y puesto que al Señor le agradan las buenas ofrendas, no debemos dudar en donarnos a Él, con el corazón abierto y puesta nuestra esperanza en su amor y en su misericordia infinita.

El autor de la carta a los hebreos nos dice que los hijos de una familia son todos de la misma sangre, y eso somos nosotros los consagrados, todos de una misma sangre. Pues, aunque nuestros carismas son diferentes, todos pertenecemos a la gran familia de Dios, Nuestro Señor. Y como dice san Pablo, ya no hay diferencia entre esclavos y libres, ni entre judíos y paganos. La diversidad enriquece a la Iglesia, cuando lo que se da viene del Espíritu Santo. Así, aunque hay muchas familias de religiosos, los une la fe, el amor, la esperanza y la caridad, que solo en Jesucristo es agradable a los ojos del Padre Eterno.

Recibiendo y promoviendo los ecos sinodales que resuenan en la Iglesia de nuestros días, la Jornada Mundial de la Vida Consagrada de este año 2023 queremos celebrarla precisamente bajo el lema «Caminando en esperanza». Caminando hace referencia a una acción continua y persistente, que no se cansa ni se detiene, que conlleva paciencia y empeño. En esperanza indica un modo muy concreto de llevar adelante dicha acción a través de la virtud cristiana más necesaria para quien desea vivir en marcha y volcado hacia el futuro que hemos de construir todos los miembros de la Iglesia unidos.

Nos dice el Papa Francisco que: si el año pasado recordábamos que ir «caminando juntos» es el modo natural de vivir la dinamicidad propia de la Iglesia, y, por tanto, de la vida consagrada, este año contemplamos el talante y el horizonte de aquellos que, en medio del mundo, pero sin ser de él, se consagran a Dios «caminando en esperanza» para ser cada día apóstoles del reino, levadura en la masa, semilla en la tierra y candelero en lo alto. Con ellos damos gracias a Dios y comprometemos nuestra entrega para tomar las sendas de la esperanza, que nos portan cada jornada a la casa del Padre, a la casa de la comunidad, a la casa de los olvidados.

En el santo Evangelio que hemos escuchado, san Lucas nos dice que en la tradición judía todo varón, primogénito, debía ser consagrado al Señor. Y en este acto se hacía una ofrenda. Hoy esta gracia se ha extendido a todo aquel que libre y voluntariamente quiera donar su vida al servicio del Señor, y para ello hay tantas formas que no hay excusa alguna que justifique nuestra negación para con el Señor, no podemos nosotros como consagrados recibir tantos talentos y enterrarlos; más bien debemos ponernos al servicio de Dios, de la Iglesia y de la sociedad.

Las personas consagradas saben que no han sido llamadas a la soledad estéril, sino que tienen que entrelazar sus historias con las del resto de consagrados, con el conjunto del pueblo de Dios, con sus hermanos de orden, congregación o comunidad, de parroquia y unidad pastoral, de Iglesia particular y universal… y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, principalmente los más pequeños. Es en esta unión de voluntades siempre retadora, con exigentes rasgos sinodales, donde se alumbra una esperanza distinta a la que ofrece el mundo, capaz de derribar muros, abrir fronteras y soñar juntos el reino que, gracias a Dios, ya se ve en esta tierra fatigada.

Para ir lejos hay que dar un paso detrás de otro con «fija determinación». Y hay que hacerlo cada día con ánimo esperanzado. Bien lo sabían el anciano Simeón y la profetisa Ana, quienes, caminando con paciencia, no se dejaron desgastar por el paso del tiempo, hasta que al fin vieron al Salvador.

En el espejo de Simeón y Ana se mira hoy toda la vida consagrada, consciente del momento que vive y alentada por el deseo de sumarse al compás sinodal de la Iglesia «caminando en esperanza». Ellos supieron sembrar con paciencia y recoger con gratitud, servir calladamente y cantar de júbilo, esperar a que el Mesías se abriera camino hasta ellos y caminar compartiendo con todos, la esperanza del Señor. Así podemos ver el rostro de tantos consagrados que caminan sinodalmente en esperanza, demos gracias a Dios por la luz que nos llega a través de su vocación entregada y elevemos nuestra oración por la humanidad sufriente, para que llegue el día en que los ojos de todos contemplen a su Salvador. Que María, madre y ejemplo de los consagrados ruegue por todos nosotros. Así sea.

HOMILÍA DE LA DESPEDIDA DE LA VIRGEN DE FATIMA DE LA CATEDRAL SAN JUAN 18 SEPTIEMBRE- 2022

HOMILÍA DE LA DESPEDIDA DE LA VIRGEN DE FATIMA DE LA CATEDRAL SAN JUAN 18 SEPTIEMBRE- 2022

Apoc: 11: 19, 12 – 1-6-10

Cor: 15: 20-26

Lc 1,39-56)

Saludos de Paz y Bien en Jesucristo Nuestro Señor, 

“En esta Eucaristía damos gracias a Dios por la visita de la Imagen de la Virgen peregrina de Fátima en nuestra diocesis y en toda la provincia eclesiástica de Nicaragua. Ella ha venido para estar con nosotros y quedarse en cada unos de nuestros corazones, en todas aquellas personas que han sentido su cercanía de madre”.

La presencia de la Virgen de Fátima, que ha peregrinado durante 2 años y 8 meces en nuestro territorio nacional, ha acompañado a nuestro pueblo marcado ante las dificultades sociales, económicas y sanitarias. A ella nos dirigimos confiando en su intercesión de Madre para con nosotros sus hijos. 

Hoy como Diócesis despedimos la imagen peregrina de la virgen de Fátima. Ya que, en este tiempo de estadía en nuestro país, Ella, ha venido de Portugal a darnos a todos nosotros, un mensaje de paz y esperanza. 

Queremos agradecer a los hermanos que acompañaron para resguardaron y custodiar la Imagen durante la peregrinación   en totas las parroquias de nuestra provincia eclesiástica de Nicaragua. 

La primera lectura se nos dice que «Se abrió en el cielo el santuario de Dios, y apareció en su santuario el arca de su alianza». El texto, sagrado, nos muestra varios signos: la mujer y el dragón, signos que representan la lucha dramática del bien y el mal, entre el anuncio del Evangelio y el rechazo del mundo a Dios. 

 

Aquí, se ve la presencia de Dios en medio de su pueblo, la mujer vestida de sol, con los dones de fidelidad y la promesa de llevar a cabo su misión en el mundo de hoy, es la Virgen María, la que llevó en su seno al Hijo eterno de Dios hecho hombre, Jesús nuestro Señor y Salvador.

Este pasaje quiere indicar el aspecto importante de la realidad de María. Ella, arca viviente de la alianza, tiene un extraordinario destino de gloria, porque está tan íntimamente unida a su Hijo, a quien acogió en la fe y engendró en la carne, que comparte plenamente su gloria del cielo. Es lo que sugieren las palabras que hemos escuchado: «Un gran signo apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, y la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; y está encinta. Y dio a luz un hijo varón, el que ha de pastorear a todas las naciones».

 

María es al mismo tiempo figura de la asamblea celestial y de la asamblea del pueblo de Dios que camina dando a luz a Cristo para el hombre de hoy; y prefigura la victoria final de la asamblea con Cristo, por él y en él.

 

En la segunda de lectura del Apóstol San Pablo a los Corintios, nos ayuda a lanzar un poco de luz sobre este misterio de la redención partiendo del hecho central de la historia humana y de nuestra fe, es decir, el hecho de la resurrección de Cristo, que es «la primicia de los que han muerto». 

 

Por este misterio pascual, hemos sido partícipes de su victoria sobre el pecado y sobre la muerte; que heredamos en Adán, el primer hombre, el hombre viejo que nos heredó el pecado y la muerte.

 

Ante esta realidad, todos podemos ver y vivir cada día algo nuevo, hemos sido incorporados por el hombre nuevo, Cristo resucitado, y así la vida de la Resurrección ya está presente en nosotros. El mismo San Pablo dice: «Porque, habiendo venido por un hombre la muerte, también por un hombre viene la resurrección de los muertos. Pues del mismo modo que en Adán mueren todos, así también todos revivirán en Cristo». Pero cada cual en su rango: Cristo como primicia; luego los de Cristo en su venida.

 

El Evangelio nos presenta el cantico del magnifica a María, ella al dar el sí a Dios, inmediatamente después de haber concebido a Jesús por obra del Espíritu Santo, se dirige a visitar a su prima Isabel, también ella milagrosamente a la espera de un hijo.  

En este encuentro lleno del Espíritu Santo, María expresa su alegría con el cántico del Magníficat, porque ha tomado plena conciencia de las grandes cosas que están ocurriendo en su vida: el Evangelio de Lucas nos muestra cual es el motivo más verdadero de la grandeza de María y de su santidad: el motivo es la fe.  De hecho, Isabel la saluda con estas palabras: «Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor».

La fe es el corazón de toda la historia de María; ella es la creyente, la piadosa; en la historia le pesa la violencia de los prepotentes, el orgullo de los ricos, la arrogancia de los soberbios.  Sin embargo, María cree y proclama que Dios no deja solos a sus hijos, humildes y pobres, sino que los socorre con misericordia, con angustia, derribando a los poderosos de sus tronos, dispersando a los orgullosos en las trampas de sus corazones.  Ésta es la fe de nuestra Madre, la virgen María.

El magníficat, nos permite vislumbrar el sentido de la vivencia de María: si la misericordia del Señor es el motor de la historia de la salvación. “El poderoso ha hecho grandes cosas, su nombre es santo”. Nuestra vida, vista a la luz de María asunta al Cielo, no es un errar sin rumbo, sino una peregrinación que, aún con todas sus incertidumbres y sufrimientos, tiene una meta segura: la casa de nuestro Padre, que nos espera con amor.  

Confiemos siempre en Dios que hace resplandecer «para su pueblo, todavía peregrino sobre la tierra, un signo de consuelo y de segura esperanza».  Aquel signo tiene un rostro, un nombre: el rostro radiante de la Madre del Señor, el nombre bendito de María, la llena de gracia, bendita porque ella creyó en la palabra del Señor.  ¡La gran creyente!  Como miembros de la Iglesia, estamos destinados a compartir la gloria de nuestra Madre, porque, gracias a Dios, también nosotros creemos en el sacrificio de Cristo en la cruz y mediante el Bautismo, somos insertados en este misterio de salvación.

En cuanto a las apariciones de Fátima las seis apariciones de la Virgen se inician y finalizan con un mismo mensaje: en la primera aparición, hace referencia a reparar los pecados con que Dios es ofendido y en la sexta aparición no ofendan mas a Nuestro Señor que ya esta muy ofendido.   También dijo. Reparad los crímenes y consola a vuestro Dios. Como podemos consolar, cumpliendo los mandamientos de Dios y consagrándonos al corazón Inmaculado de la Virgen de Fátima. y como les dijo a los pastorcitos: Rezad, rezad mucho y haced sacrificio por los pecadores.

El amor es más fuerte que el odio. Y digamos con Isabel: “Bendita tú eres entre todas las mujeres“. Te invocamos con toda la Iglesia: Santa María, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. 

“Quien confía en María nunca se sentirá defraudado”. 

Sagrado Corazón María ruega por nosotros. Que así sea.

HOMILIA NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLOPRES, FIESTA PATRONAL DE LA PARROQUIA DE PANTASMA. 2022

Hb 5, 7-9, Sal 30, Jn 19, 25-27.

Saludos de Paz y Bien en Jesucristo Nuestro Señor Jesucristo, Carísimo Padre, José Gustavo Sandino Ocho, P. Yeider Julián y demás sacerdotes que nos acompañan en esta celebración, fieles todos.

Queridos hermanos, celebramos la memoria de Nuestra Señora de los Dolores, es considerada una de las celebraciones más antiguas, puesto que se instituyó en la época de la Colonización, recordamos en ella los sufrimientos que pasó la Virgen María, a largo de su vida, por haber aceptado ser Madre del salvador.

La atención hacia la Virgen Dolorosa se ha ido creciendo la piedad en atención a los siete dolores de la Virgen María, representado con los sietes espadas que traspasan el corazón la Madre del Señor.

Ella abraza la cruz y colabora con su Hijo, cuando entre los hombres hay amor y verdad, todo sufrimiento se suaviza y hasta se convierte en expresión que supera el dolor. «María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón». En ella vemos, como corresponde perfectamente a los que habían escrito los profetas. Los momentos dolorosos de la vida de Jesús, llegan al culmen del Gólgota, por eso, es normal que María esté siempre llorando y meditando todo el acontecimiento de su Hijo.

Otro aspecto, María ofrece desde la pobreza. La Virgen María se sujeta a la ley de la presentación, circuncisión de su Hijo y purificación, más que un rito es prescripción de la ley judía. En María se descubre la pobreza de la Virgen y de San José, quienes ofrecieron un par de tórtolas, María cumple el requisito de la ley, una mujer que no se deja atormentar por el requisito legal, sino que lo afronta, y de lo poco que tiene ofrece su sacrificio, es la mujer de la esperanza.

La profecía de Simeón, lo bendijo y dijo a María. «Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y como signo de contradicción, ¡y a ti misma una espada atravesará tu alma». Para María, esta es una señal, para ella, significa los ultrajes, persecución y envidias que padecerá el Señor por parte de los judíos, desde el principio de su predicación hasta que le acabasen de herir, haciéndole morir en la cruz.

La experiencia de huida de Egipto de María y el niño, «José toma consigo al niño y a su Madre, y huye a Egipto». Ante esta acción indecente e indigna del Señor, quien le toca vivir el abatimiento que tuvo el Señor desde que se encarnó en seno de María. Viéndose al mundo, quiso mostrar, que Él era el que tenia que ser desechado y despreciado entre los hombres, el varón de dolores, que sabe lo que es la flaqueza.

La Virgen María, también, vive la desesperación de extravío de su Hijo, «al cabo de tres días le encontraron en el templo». Ante este acontecimiento, José y María, creyendo que les seguía en aquella compañía, caminan todo el día, pensando que se incorporaría por la tarde, cuando llegaron al lugar donde pasarían la noche. La sorpresa fue, cuando todos llegaron, y no lo encontraban entre sus parientes y vecinos.  Por lo que, María y José volvieron a Jerusalén, en su búsqueda, encontrándolo en medios de los maestros de la ley, enseñándoles y asiéndoles preguntas.

También, María permanece en la cruz en compañía de Juan. ¡Que privilegio y qué honra para San Juan! El mismo Jesucristo dio a la Virgen su lugar, por suya entre sus prendas, la llevó a su casa para que viviese en su compañía; y la trató con respeto que se debe a una madre. María fue fiel a la cruz de su hijo, nunca se acobardó, María fue la mujer de dolor y abrazó la cruz con amor y dolor.

Por su puesto, el dolor de la Virgen María, se concretiza en la crucifixión de su propio Hijo. Las horas dolorosas de agonía, una muerte dolorosa, en el que la madre contempla, la herida de la lanza del costado de su Hijo, el corazón de María fue traspasado por la espada, que en otro tiempo le fue anunciada.

María toma el cuerpo de Jesús, lo toma entre sus brazos. Este momento de dolor, la Virgen lo consideramos el dolor amargo que llenó el corazón de María al recibir en sus brazos al cuerpo, ya sin vida de su querido Hijo, muerto en la desolación, que dolor tan duro de aquella Madre, al ver a su único Hijo ensangrentado, eso acontece hoy en día, con las madres que lloran, que claman justicia por sus hijos.

La carta a los hebreos, subraya la filiación divina de Cristo. Que es hijo de María, Hijo de Dios, que no fue eximido de la muerte ni de los padecimientos, sino que a través de ellos se hizo perfecto y se convirtió en causa de salvación.

No somos los primeros en sufrir. El ejemplo del dolor es Cristo, que aprendió, sufriendo, a obedecer y se ha convertido en autor de salvación para todos. Y junto a Él su madre.

El Evangelio de este día, nos narra el valor de la expresión de Madre y discípulo. «Jesús, viendo a su Madre y al discípulo a quien amaba, que estaban allí, dijo a la madre: Mujer, he ahí a tu hijo».  Es el momento en el que Jesús, no solo describe el acto de piedad filial de Jesús hacia la Madre, sino la verdadera revelación de su maternidad espiritual.

Para nosotros debe ser una enseñanza, Cristo desde lo alto de su cruz, ratifica la maternidad espiritual de María con relación a los hombres, como también en la persona del discípulo predilecto, en el que confiaba también a la Santísima Virgen. Es decir, a partir de ese momento las palabras, María se convierte en Madre no sólo del discípulo amado, sino de todos los creyentes a quienes él representa.

Pidamos a nuestra Señora de los Dolores, que siga acompañando, para que, nosotros sus hijos, nos veamos bajo su protección y amparo.

Dios nuestro, que quisiste que la Madre de tu Hijo estuviera a su lado junto a la cruz, participando en sus sufrimientos, concede a tu Iglesia que, asociada con María a la pasión de Cristo, merezca también participar en su gloriosa resurrección. Así Sea.

Homilía Mons. Carlos Enrique Herrera Catedral San Juan Bautista-Jinotega Domingo 22 de agosto,2022

La primera lectura ya nos ilumina sobre el Evangelio de hoy. Primeramente, nos muestra como el profeta nos revela que el Dios de Israel es un Dios para todas las naciones y para todos los pueblos de manera que no pueden quedarse solamente como un pueblo privilegiado, y eso es lo que ha pasado. Hoy hay una confianza que no es buena, sino más bien una seguridad que hace que se abuse de la confianza del Señor porque se fiaron de ser ese pueblo privilegiado al que el Señor se le reveló y el profeta juega un papel importante, porque él les va anunciando que las cosas no son así. Que no solo es él pueblo de Israel, sino todos los pueblos del mundo y que, a través de estos mensajeros del Señor, todas las naciones van a conocer a ese Dios único y verdadero que es el Dios de Israel y también les dice que van a llegar creyentes de todas partes a llevar ofrendas. Ofrenda significa la fe, el culto, el agradecimiento y la fidelidad a ese único Dios verdadero.

Pero el profeta también denuncia la infidelidad y la falsa confianza que tiene el pueblo que no quiere hacer camino, sino que quiere creer que ya está salvado por ser el heredero de Abraham, de Isaac y de Jacob. Y eso no es así, cada uno tiene que hacer camino, hacer ese encuentro con el Señor. La salvación es para todos, pero el camino es también de cada uno de nosotros. Tenemos que poner de nuestra parte y vivir la voluntad de Dios y es así la única manera en la que podemos encontrar ese camino al reino de Dios, al cielo.

Hoy Jesús nos habla de dos realidades, llegar a la meta que es el reino de Dios o quedarnos afuera. Ahí hace un poco de mención al juicio. Quiénes no creyeron, quiénes no vivieron bien, quiénes no se esforzaron para entrar por la puerta estrecha. El Señor nos da los medios para seguir el camino para llegar a esa puerta estrecha, debemos buscar a través de los mandamientos la voluntad de Dios cada día. Esforzarnos para vivir en un camino de conversión y dejando al hombre viejo y vivir siendo un hombre nuevo en Cristo. Siguiéndolo a él. Jesús nos dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. A él debemos de seguir, él es nuestro norte hacia donde tenemos que hacer camino.

Jesús no le dice al judío si son pocos o muchos, solo le invita a que entre por la puerta estrecha y al final también se refiere al judío y le dice que van a quedar afuera porque no escucharon la palabra, porque no creyeron en él que le estaba presentando el camino verdadero. Él nos habla de la salvación, pero también de la condenación que él mismo hombre busca por sí solo. Dios quiere salvarnos a todos, pero no todos respondemos con fe viva y con amor a Dios y al prójimo. Debemos de responder con una vida llena de esperanza en la que dejemos todo lo que nos apegue a este mundo, eso es lo que él Señor quiere de nosotros.

A veces nos encontramos contrariedades, como decía San Pablo en la carta a los hebreos. No despreciemos la corrección, la exhortación. Hoy más que nunca nos cuesta aceptar las correcciones. Dios no va a venir y nos va a corregir como lo puede hacer un padre de familia con su hijo. Dios se vale de las dificultades que nosotros tenemos en la vida, con eso el Señor permite que nos corrijamos para que pongamos toda nuestra confianza en el Señor.

Hoy podemos ver a muchas personas que tienen muchos bienes y se enfrentan a muchas situaciones difíciles comienza a murmurar de Dios y le echan la culpa al Señor. Pero el mal no viene del Señor. Viene del hombre que va haciendo injusticias, que no comprende al otro por su egoísmo y su soberbia. Todas esas cosas que se derraman y llegan a afectar a otras personas para hacer el mal. El Señor nos llama a construir un reino de paz, de amor, de solidaridad, un reino en el que podamos ayudarnos mutuamente. Eso es a lo que el Señor nos manda, a ser constructores del bien para todos y así Dios nos va a premiar al final. Vivamos hermanos esa realidad. Nuestra meta no es ni debe de ser este mundo, nuestra mete debe de ser el reino de Dios.

Dios vino entre nosotros y venció la muerte y el pecado. Por lo tanto, estamos llamados a ser coherederos con él del reino. ¿Cuánto pensamos nosotros en la vida eterna? Porque muchos solo pensamos en esta vida. En tener, en el trabajo para así poseer y estar mejor que el otro. Nos llenamos de lujos, nos volvemos consumistas a veces hasta decimos que como el otro tiene yo quiero tener también y eso para muchos es la felicidad. Y el Señor nos dice que no, que esa no es la verdadera felicidad. La felicidad está después de esta muerte en este mundo.

Tenemos que anhelar, soñar y construir ese reino desde ya en nuestros corazones y en esta sociedad en la que estamos viviendo y eso tenemos que enseñarle a los niños y a los jóvenes porque a veces ellos solo ven y creen en el mundo ficticio que les presentan las redes sociales y el internet, es así como empiezan a creer en un mundo falso que no lleva a la felicidad y somos nosotros los que tenemos la responsabilidad de enseñarles que este mundo no es el de la real felicidad. Que en este mundo solo somos peregrinos, forasteros que simplemente están de paso. Que se puede y se debe ir construyendo un mundo mejor con las virtudes de la paciencia y la fe en el Señor, llevando la cruz de cada día para caminar con Cristo.

Que Dios nos conceda esa gracia de perseverar y no atarnos a este mundo, sino que seamos peregrinos imitadores de Jesús en este camino de la vida.

Así sea.

Homilía Mons. Carlos Enrique Herrera G. Clausura del Congreso Nacional Mariano

Catedral San Juan Bautista-Jinotega

14 de agosto del 2022

Saludos de Paz y Bien en Jesucristo Nuestro Señor carísimos sacerdotes, religiosas, laicos miembros y delegados de las diferentes parroquias, files todos.

En esta Eucaristía damos gracias a Dios por la visita de la Imagen de la Virgen peregrina de Fátima en nuestra diócesis y en toda la provincia eclesiástica de Nicaragua. Ella ha venido para estar con nosotros y quedarse en cada uno de nuestros corazones, en todas aquellas personas que han sentido su cercanía de madre.

Hoy la Iglesia celebra las vísperas de la solemnidad de la asunción de la Santísima Virgen María, cuando al final de su vida terrenal, la Madre de Cristo subió en cuerpo y alma al Cielo, es decir; en la gloria de la vida eterna y en plena comunión con Dios.

La Virgen de Fátima ha peregrinado durante 30 meses en nuestro territorio nacional. Ha acompañado anuestro pueblo marcado de dificultades sociales, económicas y sanitarias, por eso a ella nos dirigimos confiando en su intercesión de Madre para nosotros sus hijos.

Hoy como Diócesis de Jinotega recibimos la imagen peregrina de la Virgen de Fátima y celebramos la clausura de su visita por Nicaragua. Ella ha venido de Portugal a darnos a todos nosotros, un mensaje de paz y esperanza.

Queremos agradecer a los hermanos que acompañaron, resguardaron y custodiaron la imagen de nuestra madre durante la peregrinación   en todas las Diócesis de Nicaragua.

La primera lectura nos dice que «Se abrió en el cielo el santuario de Dios, y apareció en su santuario el arca de su alianza». El texto sagrado nos muestra varios signos como la mujer y el dragón. Signos querepresentan la lucha del bien y el mal. Esto también representa la lucha entre el anuncio del Evangelio y el rechazo del mundo a Dios. Aquí se ve la presencia de Dios en el medio de su pueblo.

La mujer vestida de sol, con los dones de fidelidad y la promesa de llevar a cabo su misión en el mundo de hoy. Esa mujer es la Virgen María, la que llevó en su vientre, el primer sagrario, al hijo eterno de Dios hecho hombre. Jesús nuestro Señor y Salvador.

Este pasaje bíblico indica el papel importante de la realidad de María. Ella fue arca viviente de la alianza. Tuvo y siempre tendrá un extraordinario destino de gloria, porque está tan íntimamente unida a su hijo, a quien acogió en la fe y engendró en la carne; que comparte plenamente su gloria del cielo. Es lo que sugieren las palabras que hemos escuchado: «Un gran signo apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; y está en cinta. Y dará a luz un hijo varón, el que ha de pastorear a todas las naciones”. María es al mismo tiempo figura de la asamblea celestial y de la asamblea del pueblo de Dios que camina bajo la luz de Cristo y prefigura la victoria final de la asamblea con Cristo, por él y en él.

En la segunda de lectura del Apóstol San Pablo a los Corintios, nos lanza un poco de luz sobre este misterio de la redención partiendo del hecho central de la historia humana y de nuestra fe, es decir, el hecho de la resurrección de Cristo, que es «la primicia de los que han muerto”. Por este misterio pascual, hemos sido partícipes de su victoria sobre el pecado y sobre la muerte que heredamos de Adán, el primer hombre, el que nos heredó el pecado y la muerte.

Ante esta realidad, todos podemos ver y vivir cada día algo nuevo. Hemos sido incorporados por Cristo resucitado y así la vida de la Resurrección ya está presente en nosotros. El mismo San Pablo dice:«Porque, habiendo venido por un hombre la muerte, también por un hombre viene la resurrección de los muertos. Pues del mismo modo que en Adán mueren todos, así también todos revivirán en Cristo».

El Evangelio nos presenta el cantico del magnifica a María, ella al dar el sí a Dios, inmediatamente después de haber concebido a Jesús por obra del Espíritu Santo, se dirige a visitar a su prima Isabel, también ella milagrosamente a la espera de un hijo. En este encuentro lleno del Espíritu Santo, María expresa su alegría con el cántico del Magníficat, porque ha tomado plena conciencia de las grandes cosas que están ocurriendo en su vida.

El Evangelio de Lucas nos muestra cual es el motivoverdadero de la grandeza de María y de su santidad:la fe, por eso Isabel la saluda con estas palabras: «Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor».

La fe es el corazón de toda la historia de María. Ella es la creyente, la piadosa. En la historia le pesa la violencia de los prepotentes, el orgullo de los ricos, la arrogancia de los soberbios.  Sin embargo; María cree y proclama que Dios no deja solos a sus hijos, humildes y pobres, sino que los socorre con misericordia, con angustia, derribando a los poderosos de sus tronos, dispersando a los orgullosos en las trampas de sus corazones.  Ésta es la fe de nuestra Madre.

El magníficat, nos permite vislumbrar el sentido de la vivencia de María: si la misericordia del Señor es el motor de la historia de la salvación. “El poderoso ha hecho grandes cosas, su nombre es santo”. Nuestra vida, vista a la luz de María asunta al Cielo, no deber ser un errar sin rumbo, sino una peregrinación que aún con todas sus incertidumbres y sufrimientos, tiene una meta segura: la casa de nuestro Padre y el perdón de nuestros pecados. Llegar a la casa de nuestro padreque siempre nos espera con amor.  

Confiemos siempre en Dios que hace resplandecer «para su pueblo, todavía peregrino sobre la tierra, un signo de consuelo y de segura esperanza».  Aquel signo tiene un rostro, un nombre: el rostro radiante de la Madre del Señor, el nombre bendito de María, la llena de gracia. Bendita porque ella creyó en la palabra del Señor. María es ¡La gran creyente! y como miembros de la Iglesia, estamos destinados a compartir la gloria de nuestra Madre porque gracias a Dios también nosotros creemos en el sacrificio de Cristo en la cruz y también creemos que mediante el Bautismo somos insertados en este misterio de salvación.

En cuanto a las apariciones, las seis apariciones de la Virgen de Fátima se inician y finalizan con un mismo mensaje: en la primera aparición, hace referencia a reparar los pecados con que Dios es ofendido y en la sexta y última aparición, nos pide que no ofendamosmás a Nuestro Señor, que ya está muy ofendido.   También dijo: Reparad los crímenes y consolad a vuestro Dios. Y, ¿Cómo podemos consolar a Dios? Cumpliendo sus mandamientos, consagrándonos al corazón Inmaculado de la Virgen de Fátima y como lesdijo a los pastorcitos: Rezad, rezad mucho y haced sacrificio por los pecadores.

Queridos hermanos, contemplemos a María elevada al cielo. Renovemos nuestra fe y celebremos la fiesta de la alegría: Dios vence. La fe, aparentemente débil, es la verdadera fuerza del mundo. El amor siempre es más fuerte que el odio. Y digamos con Isabel: “Bendita tú eres entre todas las mujeres“. Te invocamos con toda la Iglesia: Santa María, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.

“Quien confía en María nunca se sentirá defraudado”.

Sagrado Corazón María ruega por nosotros.

Así sea.