XIII Semana del Tiempo Ordinario

Autor. Padre Asdrubal de Jesús Zeledón Ruiz.

Reflexión del Evangelio de San Juan 20, 24-29..

Queridos hermanos, celebramos en la Iglesia la fiesta de Santo Tomás, pescador de Galilea a quien Jesús le llamó para ser discípulo suyo.

El Evangelio de este día nos presenta unas actitudes de la confesión de fe del apóstol Santo Tomás, Jesús se aparece a sus discípulos, Tomás no estaba con ellos, «losdiscípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. Tomás dijo: si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré» Jn 20, 25.

Esta escena de incredulidad de Tomás, tuvo lugar ocho días después de la pascua, en el que Jesús se había aparecido en su ausencia. Hoy, también nosotros nos podemos preguntar, en los momentos difíciles que vivimos, la enfermedad, en la adversidad he dudado de la presencia del Señor.

Ocho días después, Jesús se vuelve a aparecer a sus discípulos y en esta ocasión Tomás está presente. Jesús lo interpela: «Acerca aquí tu dedo y miras mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente» El apóstol confirma una autentica profesión de fe, «Señor mío y Dios mío» hermosas palabras que decimos en cada Eucaristía que celebramos y vivimos.

Y nosotros, ¿Qué podemos aprender de Santo Tomás? A pesar de la dificultad tenemos que confiar en el Señor, ciertamente una actitud inicial se hace presente la duda, incluso llevado por la decepción, él había creído en el Señor, le sigue, pero le acompaña la desconfianza. Sin embargo, Cristo con su ayuda logra vencer la falta de fe. «Señor mío y Dios mío».

Confiemos siempre en el Señor, que en los mementos difíciles Él nos muestra el camino para llegar al Padre, cuando no le encuentres a tu propia vida, pregunta como Tomás: Señor no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino? Jesús revela su naturaleza: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14, 6)

Señor, ayúdanos a tener fe, en cada momento de nuestra vida, que no dudemos que a pesar de las dificultades y las adversidades de la vida, tú estás con nosotros, cuida y guía siempre nuestros pasos. Amén.

Para bien de la Iglesia, y nuestra propia salvación. Que así sea.

Martes de la décima segunda semana del tiempo ordinario.

“Entrad por la puerta estrecha”

En el Evangelio de hoy, Jesús nos habla del trato y la relación con los demás, de una puerta estrecha y de un camino que conduce a la vida.

“No deis lo santo a los perros”. Perecen duras estas palabras, pero con ello, Jesús advierte a sus discípulos para que no desperdicien lo bueno, lo valioso, en cosas que no tienen fruto. Muchas veces perdemos la paz porque intentamos dar una imagen de nosotros ante los demás, para ser aceptados y amados. Y se nos va la vida en ello, las apariencias, la superficialidad, el hacer “lo que todo el mundo hace” para no desentonar. Esto sólo conduce al cansancio y al vacío interior. Nunca es suficiente porque siempre necesitamos el cariño y la aceptación de los que nos rodean. ¿Qué es lo santo que hay en nosotros? Lo que Dios ha puesto en nuestro corazón, los dones que nos ha regalado, Dios ha puesto dentro de nosotros un anhelo profundo de vida eterna y plenitud, nos ha dado como dones la alegría, la libertad, la entrega, la generosidad. Cuando empleamos todo esto en lo que realmente vale la pena, es decir, cuando nuestros dones no los usamos egoístamente para nosotros mismos, si no que somos capaces de darnos a los demás en todo lo que hacemos, sin reservas, sin doblez de corazón, y sin intereses, experimentamos que éste es el camino que conduce a la vida.

Cristo también dice que “muy pocos dan con este camino”, y es que este camino resulta en ocasiones duro, y la puerta para entrar en la verdadera vida, es estrecha. A veces hemos de dejarlo todo atrás y guiarnos por completo de la Providencia de Dios, tal como hizo Abran saliendo de su tierra para cumplir el designio que Dios tenía pensado para él. Para nosotros, que caminamos en este seguimiento de Jesús, el dejarlo todo atrás no es un acto cargado de lamentos y resignación, sabemos que dejamos todo, para ganarlo Todo, que es Dios mismo, dejamos atrás muchas cosas, por un Bien mayor, que nos colma de felicidad y alegría perpetua.

Dios ha trazado un camino para ti y para mí, un camino que conduce a la Vida, al Cielo. Cristo, con su ejemplo, con su vida, con su muerte y Resurrección, nos muestra el amor que Dios nos tiene.

En Cristo,

Diác. José Bismar Villagra Barrera

 

Crédito de imagen: https://radiomaria.org.ar/programacion/la-puerta-estrecha-la-puerta-que-conduce-al-reino/

Reflexión del Evangelio de san Mateo 5, 38-42.

XI Semana del Tiempo Ordinario. Ciclo A.

Autor. Padre Asdrubal de Jesús Zeledón Ruiz.

Queridos hermanos, Jesús nos muestra el camino del amor, el precio que uno tiene a sí mismo, a partir del cual debe comportarse moralmente. Este amor impulsa a conseguir aquellos bienes que ayudan a la propia realización como persona y como hijos de Dios.

La ley del talión, «Ojo por ojo y diente por diente» v. 38. Esta ley ha existido en todas las culturas, es decir, puedes vengarte en la medida que eres ofendido. Humanamente, es fácil responder al mal con mal, hay la posibilidad que hayamos respondido con las malas acciones, ser groseros, alegrarnos del mal ajeno, en cambio, el Señor dice: «Yo les digo no opongan resistencia al que hace el mal» v. 39.

Dios marca el ideal en la vida cotidiana, y nos regala algunos ejemplos que nos pueden ayudar a encontrar pleno sentido en la relación con las demás personas. «Si alguno te abofetea la mejía preséntale la otra, […] y quien desee la túnica, sédele también el manto.  Si uno te obliga a caminar mil pasos, haz con él dos mil, a quien te pide prestado no lo rechaces» vv. 39-42.

Estos ejemplos, el Señor nos indica, la manera como corresponder al mal con él bien que proviene de Dios, la fuerza creadora del amor de Dios está en destruir el mal en el mundo y la sociedad.

Por último, nos podemos preguntar, como cristiano estoy dispuesto  responder a este amor sin condiciones, el amor a Dios y el amor a los demás no son en realidad dos amores diferentes sino uno solo. «Quien ama a Dios miente si al mismo tiempo no ama a su hermano» (1 Jn 4, 20).

El amor no tener límite, el creyente esta invitado a alcanzar la  perfección, sean perfectos como nuestro Padre es perfecto. Las respuestas del Evangelio pueden parecer absurdas, pero llevan en sí, el poder de cambiar el mundo.

Para bien de la Iglesia, y nuestra propia salvación. Que así sea.

 

fuente de imagen: Red Mundial de Oracion del Papa El Salvador- Diocesis de Chalatenango.

Reflexión del Evangelio de San Marcos 12, 41-44.

Jueves, IX del Tiempo Ordinario. Ciclo. A.

Autor. Padre Asdrubal de Jesús Zeledón Ruiz.

Queridos hermanos, el Evangelio de este día Jesús, nos muestra un ejemplo de desprendimiento, una pobre viuda, entrega de corazón todo que tiene para vivir.

Jesús frente a esta acción, nos regala una gran enseñanza para no buscar acumular sus bienes. Los ricos se creen generosos por dar algo, y algunos dan de los que les sobra, los letrados ante el público buscan la ostentación, incapaces de entregarse al prójimo.

La viuda da todo cuanto tiene

Jesús entando frente a ella, «ve echar en el alcancía dos monedas de poco valor» Mc 12, 42, prácticamente nada. Pero ella, da todo lo cuanto tenía, Jesús no piensa en grandes cantidades sino la intención que dar lo único que tiene. La pobre viuda, se desprende de todo, tiene un corazón puro, se entrega a Él por completo.

Antiguamente la mujer no tenía protagonismo, más aún sin su marido, era excluida de la sociedad, el marido era su única fuente de ingreso para poder sobrevivir.

Dar con generosidad

Jesús asegura a sus discípulos y les dice: «esa pobre viuda ha dado más que todos los demás» v. 43. Cada uno de nosotros tenemos que aprender a dar con generosidad. Esta mujer, no da lo que le sobra sino que pone en manos de Dios lo que tiene. Cuando la fe se vuelve pasión, cautiva la mente, el corazón y la voluntad de servir y entregar a Dios todo lo que tiene.

Para bien de la Iglesia, y nuestra propia salvación. Que así sea.

Pastoral de Medios de comunicación

Reflexión del Evangelio de San Marcos 12, 1-12

Lunes 05 de junio de 2023

IX Semana del tiempo Ordinario. Ciclo A.

Reflexión del Evangelio de San Marcos 12, 1-12

Por el Padre. Asdrubal de Jesús Zeledón Ruiz.

Queridos hermanos, el Evangelio de este día nos presenta la parábola de los viñadores malvados, dejando claro el distanciamiento entre Jesús y los dirigentes de la viña, su forma de proceder es una de las peores decisiones, lo único que buscan es la ambición de poder.

Por eso Jesús es valiente, dedica el tiempo a sus enemigos, los viñadores malvados, y cuando tiene que decir la verdad la dice, y cuando tiene que enfrentarse se enfrenta, aun sabiendo que se juega la vida.

La viña simboliza el pueblo de Dios, y los viñadores son aquellos que la dirigen. Dios que es el dueño de la viña, y no se cansa, envía a siervos los profetas a pedir el fruto que espera de su viña: el amor, la misericordia, la compasión y la ternura. Los viñadores responden con violencia, a uno de sus siervos, «lo agarraron, lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías» (Mc 12, 3). Igual con segundo y el tercero, rechazan y eliminan a los siervos enviados

Por último, sólo le quedaba su hijo querido, esta imagen del hijo del dueño de la viña es Jesús. La maldad de los viñadores se presta a ideas maquiavélicas, «El hombre se aleja del bien fácilmente por su egoísmo natural y sus propis inclinaciones» (Nicolás Maquiavelo)

Es increíble como el hombre inclinado al bien, por su naturaleza frágil se ve inmerso en la maldad, y toma las peores decisiones, adueñarse de la viña, «le reconocen este es heredero», y deciden no solo matarlo sino también borrarlo alejarlo de la viña, lo hemos escuchado en el texto «se apoderaron de él, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña» v. 9.

Dios intervine para salvar su viña, resucitó a su Hijo amado, y lo convierte en piedra angular del nuevo pueblo de Dios. «La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular» (Sal 118, 22)

La Palabra que hemos escuchado debe ayudarnos a producir en nuestra vida muchos frutos, empezando en la familia, la Iglesia y la sociedad.

En la vida cristiana, tenemos que dar buenos frutos, siendo fieles al cuidado delicado de la viña del Señor, dar abundantes frutos, eso espera el Señor de nosotros.

Para bien de la Iglesia, y nuestra propia salvación. Que así sea.