Miércoles 27 de abril de 2022. Ciclo C. II Semana de Pascua
Pbro. David Flores Espinoza
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único (Jn 3, 16).
¿A través de qué podemos comprender que tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único? ¿Cómo experimentar este tanto amor que Dios nos tiene, en medio de nuestro propio pecado?
La respuesta es sencilla: Todo lo que hace Dios es por amor. Todo lo que sale de las manos de Dios es producto del amor, porque Dios es Amor, no sabe más que amar. Y nosotros somos obra de sus manos, hechos a imagen y semejanza suya, según el libro del Génesis. Somos obra de su amor, pero Dios ama al pecador más no al pecado.
Esta fue la intención amorosa de Dios con el envío de su hijo Jesús. Pero no quiere salvarnos de nuestros pecados sin nuestra colaboración. Nos deja libres para tomar o rechazar su bello regalo. Entonces desde nuestra propia libertad podemos aceptar a Jesús, su salvación, la vida y eterna; o podemos ejercer nuestra libertad rechazando su regalo, que nos libera del pecado y de la muerte. “El que cree en él, no será condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios”. Aceptemos este regalo maravilloso de Dios, en nuestras manos está elegir. Una eternidad con Dios en la asamblea de los bienaventurados o una eternidad lejos de Dios.