Reflexión del Evangelio de Lucas 21, 1-4.

Reflexión del Evangelio de Lucas 21, 1-4.

Por el Padre Asdrubal de Jesús Zeledón Ruiz.

El Evangelio de este día, el Señor nos presenta el desprendimiento de una viuda pobre, ella, desde su pobreza da todo lo que tiene, en cambio, los ricos dieron sus donativos pero daban de los que les sobra, la actitud de esta viuda es de admirar que en su pobreza ha dado todo lo que tenía para vivir.

Me gustaría compartir contigo tres realidades del evangelio.

  1. ¿Cuál es nuestra actitud respecto a las riquezas? Como personas, tenemos que vivir de lo necesario dignamente, tener lo justo, no ser miserable consigo mismo y con los demás. En el mundo hay personas muy ricas, económicamente viven muy bien, pero su corazón está lejos de Dios, en cambio, hay personas que son pobres, pero ricos ante Dios, pues tienen un amor inmenso por los demás, el mismo Señor nos dice: «donde está tu tesoro, ahí está tu corazón».
  2. La necesidad del pobre. Todos en algún momento hemos pasado necesidad, y será en el indigente que podamos ver la mejor expresión del amor a Dios, en definitiva como cristianos, estamos invitados a ser solidarios con el necesitado, ser signo concreto del amor a Dios por los más necesitados.

En la vida he realizado obras de caridad, veo los apuros de otras personas, que he hecho por ellas, siento la necesidad de ayudar al pobre.

  1. Tener lo necesario. La clave de la vida, no está en acumular riquezas, bienes, aunque sea necesario tener lo básico, solo es feliz quien vive dando solidariamente a Dios y al hermanos, disfrutando de la libertad de no poner nuestra confianza en los bienes temporales sino en los bienes eternos que solo Dios puede dar.

En la vida tenemos que ser partícipes de gestos reales, concretos de compromisos, generosidad y solidaridad. Soy solidarios con los necesitados,

El Evangelio nos recuerda que nuestro estilo de vida como cristiano debe ser la misericordia, el amor  y la solidaridad por los más necesitados, de hecho, hay que ser signo concreto en los más necesitados. ¡Para bien de la Iglesia y nuestra propia salvación!  Amén.

 

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