Reflexión del Evangelio del día Lc 4, 24-30

Lunes 21 de marzo de 2022. Ciclo C. III Semana de Cuaresma

Pbro. Asdrubal de Jesús Zeledón Ruiz.

Queridos hermanos, el Evangelio de este día, nos presenta el episodio en el que Jesús regresa a su tierra, Nazaret, dentro de la fase inaugural de la misión de Jesús. «Ningún profeta es recibido en su propia tierra» (vv. 24).

El prólogo de San Juan, nos puede ayudar a entender mejor el rechazo de la Buena Nueva de Salvación de Jesús por los mismos paisanos de Nazaret. «Vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron» (Jn 1, 11). El profeta es el que habla en nombre de otro, el que lleva el mensaje de otro, pero Jesús es el profeta por excelencia, el Mesías esperado, en el que todas las profecías dan su cumplimiento.

Lo mismo que sucedió en tiempos de Elías y Eliseo, Jesús no es bien recibido entre los suyos. Muchas veces el orgullo nos gana, y nos creemos tener la razón de todo; Jesús habla al pueblo en la sinagoga, cuando no escuchamos lo que agrada o lo que nos place, somos capaces de hacer lo peor, «le echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo» (Lc 4, 29).

Las palabras de Jesús lo explican mejor, el testimonio de Elías y Eliseo lo confirman. ¿Cuál es el obstáculo para acoger y escuchar con humildad la Palabra de Dios? Pueden haber muchas razones: sociales, culturales, políticas etc. Todos estamos invitados a oír la palabra revelada, que no debe de tener frontera y que no excluye a nadie. La viuda de Sarepta en Sidón y Naamán el Sirio, extranjeros, acogen la salvación, ofrecida a todos, pero rechazada precisamente por sus primeros destinatarios.

Estamos invitados a escuchar y vivir la Palabra de Dios, que sea nuestro deseo, crecer en el camino del Evangelio. Para bien de las almas y nuestra propia salvación.

Les bendiga Dios Todo poderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y les acompañe siempre. Amén.

Reflexión del Evangelio del día Mt 1,16.18-21.24

Sábado 19 de marzo de 2022

Solemnidad de San José, Patrono de la Iglesia Universal

Pbro. Asdrubal de Jesús Zeledón Ruiz.

Queridos hermanos, celebramos en la Iglesia la Solemnidad de San José, padre de Jesús, esposo de la Santísima Virgen María y declarado Patrono de la Iglesia Universal por el Papa Pio IX en 1847. San José es el hombre del silencio, de él no se conocen palabras pronunciadas en la Sagrados de la Escritura, pero sí sus obras, su fe y amor influyeron en Jesús.

El Evangelio de San Mateo, refleja el anuncio a San José. En este anuncio, el ángel manifiesta a José su misión de Padre, revela la forma en que el hijo es concebido por María, «por obra del Espíritu Santo», quien será el Mesías de Israel, el Salvador. El texto sagrado, va detallando como sucedió este gran acontecimiento, y dice textualmente: «Antes de que ellos empezaran a vivir juntos, ella se encontró encinta por el poder del Espíritu Santo» (Mt 1,18).

Mateo, empieza dando tres datos importantes: a) María estaba comprometida con José, b) que aún no habían vivido junto, c) quedó embarazada por obra del Espíritu Santo. Lógicamente, José conocía las tres afirmaciones, y busca soluciones para estas tres afirmaciones. Puede haber alguien que diga: y José sabia del embarazo divino de María. Claro que sí, un ángel le avisa en sueños que el hijo de María es obra del Espíritu Santo.

Esto, es lo que da certeza y veracidad el mensaje del Ángel: «José, no tengas miedo en tomar contigo a María, porque si bien lo que ella ha concebido viene del Espíritu Santo, dará a luz a un hijo a quien tú pondrás por nombre Jesús».

El hombre justo, que nos ofrece una historia verdadera, San José se las ingenió en buscar solución a cada circunstancia que enfrentaba en su día a día. Para José, no fue fácil asumir la paternidad que no era suya, y la enorme responsabilidad de ser maestro y guía de quien un día, iba a ser el Pastor de Israel. Para quienes son padres de familia, están invitados a seguir el ideal de este santo, sobre todo el respeto, la obediencia y la humildad; actitudes interiores junto a su misión, única y maravillosa.

Esto fue lo que ayudó a mantener la santidad cristiana, a María y su esposo, el estar junto en todos los momentos, desde su concepción cfr. Mt 1, 18, y la huida a Egipto para resguardar la vida del niño Jesús, cfr. Mt 2, 13.15,  hasta buscar un lugar para su que esposa diera a luz, pero no había lugar para ellos, cfr. Lc 2, 7, e ingeniárselas armó un establo para ver nacer a su Hijo Jesús.  En esta vida, tenemos que buscar soluciones a las diversas dificultades que vivimos en nuestra familia.  «San José, mi predilecto, ven a mi casa, que te espero… maestro de vida interior, enséñame a orar, a sufrir y a callar». Para bien de las almas, y nuestra propia salvación.

San José protector de la Iglesia Universal. Ruega por nosotros

¡Bendiciones a todos!

Reflexión del Evangelio de Lc 6,36-38

Lunes 14 de marzo de 2022

Ciclo C

II Semana de Cuaresma

Pbro. Asdrubal de Jesús Zeledón Ruiz

Queridos hermanos, una vez más Jesús muestra sus discípulos su enseñanza por medio de  la Sagrada Escritura, «una fe que nace de la escucha obediencia» (Rom 10,17), y se lleva a la práctica en la fidelidad del seguimiento.

El Evangelio de este día, nos habla de la imitación del Padre en términos de misericordia, por así decirlo estamos invitados a la perfección. Por tanto, «sed perfectos, así como vuestro Padre celestial es perfecto» (Mt 5, 48). Ahora bien, ¿Cómo hay que practicar en concreto esta misericordia? Nos sentimos preparados para actuar como Dios actúa. Hay que ser sinceros, cuesta mucho tratar bien a los demás, sin embargo Jesús nos invita «Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes» (Mt 7, 12-14).

El texto sagrado nos indica el verdadero protagonismo del Padre. «No juzguéis, no condenéis, perdonad, dad, y se os dará: Dios os medirá con la misma medida con que vosotros midáis a los demás». Este es el actuar de Dios, ojalá sea llevado a la práctica en nuestra vida diaria. En sí, ésta es la misericordia que usa el Padre con nosotros, y la usará plenamente.

Sólo quien tiene el corazón abierto a Dios y ha experimentado la compasión y el perdón en su vida, es capaz de actuar guiado por esos sentimientos. Señor Jesús, ayúdame a mirar al mundo con tu amor de Padre. ¡Para bien de las almas y nuestra propia salvación! Que así sea.

¡Dios les bendiga a todos!

Reflexión del Evangelio Lc 9, 28-36

II Domingo de Cuaresma                                       Ciclo C.

Pbro. Asdrubal de Jesús Zeledón Ruiz.

 

Queridos hermanos, la Palabra de Dios nos motiva a seguir el mismo camino de Jesús, la vía que nos lleva a la cruz, la glorificación del misterio de nuestra salvación.  Jesús se hace acompañar con tres de sus discípulos Pedro, Santiago y Juan, suben al monte tabor a orar.

Esta experiencia de Jesús con sus discípulos, debe motivar nuestra vida a dedicar un tiempo a nuestra oración personal. Esto es algo común en los creyentes al participar de una comunicación genuina con el Padre. La oración es necesaria y fundamental, gracias a esta acción el alma se alimenta y se prepara para hacer frente a la tentación.

Es necesario subir al monte, considerado el lugar privilegiado donde Jesús se transfigura delante de sus discípulos. Él transformará nuestra condición humilde según el modelo de su condición gloriosa. Cfr. Filipenses 3, 21. El monte, sinónimo de montaña suele ser un lugar de mucha tranquilidad, lugar propicio donde la persona puede orar y estar en la presencia de Dios, en el que podrá contemplar el misterio el Padre.

Dios Padre nos indica el camino al que estamos invitados participar junto a Jesús; después del primer anuncio de la pasión y su declaración para ser discípulo, es necesario seguir el camino de la cruz. La expresión del camino para alcanzar la vida hay que aceptar la cruz, «es necesario que el Hijo del hombre sea glorificado» (Lc 12, 23). La transfiguración de Jesús a sus discípulos deja claro la expresión anticipada de la gloria después de padecer.

Los discípulos van siguiendo a Jesús, pero su fe es pequeña, Él muestra su aspecto divino, junto a Moisés y Elías. Los discípulos al ver esta escena de gloria, uno de ellos, «Pedro le dice a Jesús: Maestro, está bien que nos quedemos aquí» (Lc 9, 33). Y lo que Jesús está haciendo es animarlos para que ellos recuerden para que, cuando vengan las horas difíciles de la pasión, recuerden aquella escena Él ya mostro su gloria.

Les invito en este tiempo de cuaresma a luchar el camino del vía crucis, el camino de la cruz, donde la generosidad renueve el camino de la glorificación de la cruz del Señor. Que así sea. ¡Para bien de las almas y nuestra propia salvación!

Bendiciones a todos.

Reflexión del Evangelio del día Mt 5, 43-48

Sábado 12 de marzo de 2022.  I Semana de cuaresma Ciclo C.

Autor: Pbro. Asdrubal de Jesús Zeledón R

Queridos hermanos, la Palabra de Dios, debe ocupar un lugar fundamental en la vida del cristiano. Una vez más, Jesús se dirige a sus discípulos a entrar en el dinamismo que da vida al cristiano. «Ama a tus enemigos y ruega por los que te persiguen» (Mt 5, 44).

Jesús, con estas palabras nos muestra su enseñanza y da cumplimiento del mandamiento de la ley de Dios, ama a tu prójimo y prohíbe la venganza contra el enemigo. Un cristiano no debe dar lugar al odio en su corazón. Humanamente es difícil amar a quien te hizo un mal, sin embargo, Dios nos invita a ser humilde para perdonar al pecador.

¿Qué nos pide Jesús en este día? Jesús nos pide una caridad sin condiciones, una oración que abarque a todos, hasta los que nos hacen sufrir. Imagínate, cuanto nos exige Jesús. No es fácil aceptar la Palabra, ésta se debe vivir y dar testimonio. Para el cristiano, lo fundamental es el amor gratuito que recibe de un Dios, que es Padre y quiere el bien para sus discípulos (hijos).

Está en nuestro alcance, cumplir esta invitación propuesta por Jesús, amar a aquel que no nos ama. Esto es lo que distingue al discípulo de Cristo de los paganos y pecadores. «Porque si amán a los que los aman, qué mérito tiene» (vv. 46). En alguna ocasión, he dicho a mis fieles, «¿qué ganas con odiar a tu enemigo?». Este no es el actuar de Dios, la expresión del amor de Jesús, lo lleva perdonar a quienes le ultrajaron; y dirigiéndose al Padre dice: «Padre perdónales porque no saben lo que hacen» (Lc 23, 34).

¿Estás dispuesto a perdonar? Que esta sea nuestra invitación. Hagamos propias las palabras del Padre nuestro «perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos ofende…» (Lc 11, 2-4). Hay que rezar por nuestros enemigos, recuerda por tu oración éste puedes alcanzar el perdón y la santidad. Así, podemos hacer nuestras las palabras del Señor, sed perfectos como nuestro Padre del cielo. ¡Todo para el bien de las almas y nuestra propia salvación! Que así sea.

Que Dios les bendiga a todos.