Reflexión del Evangelio de Lucas 18, 35-48.
Por el Padre Asdrubal de Jesús Zeledón Ruiz.
Queridos hermanos, el Señor en su Evangelio nos invita a buscar a Jesús, este ciego (Bartimeo) Cfr. Mc 10, 46-52; está sentado a la orilla del camino, al oír que pasaba le gente pregunta, qué era aquello y alguien le dice, va pasando Jesús el Nazareno. Un hombre que conoce muy bien lo que es el dolor de la vida y el rechazo de la sociedad.
Ante tal necesidad le grita: ¡Jesús Hijo de David, ten compasión de mí!..
Tres realidades que nos recuerda el Señor en su Evangelio.
- Los milagros de Jesús. Jesús en su vida pública realizó grandes prodigios, signos extraordinarios en el que creaba admiración para uno, sin embargo, para otros un rechazo por la incredulidad como los fariseos y los escribas. El milagro de la curación de un ciego, más que signo es un milagro desea abrir nuestros ojos una realidad mayor, sana, cura, limpia expulsa los demonios, perdona los pecados etc. Dios conoce muy bien el sufrimiento, y como Padre su amor es incondicional para todos. Cuando estoy viviendo un problema, le busco, me hace fácil dirigirme a Él como Padre, que escucha las suplicas de sus hijos.
Encontrar en Cristo nuestra salvación
- Cuál es nuestra ceguera. En la vida ordinaria deseo entender el plan de Dios; qué nos está impidiendo ver a Jesús, dice un dicho popular: «no hay peor ciego que el que no quiere ver» a los fariseos y escribas, vivían de tal manera que su ceguera no les permitía ver los signos y prodigios de Jesús. Este ciego a pesar del obstáculo personal (no podía veía) y los obstáculos externos (la gente le impedía acercarse a Jesús); es capaz de captar quien era realmente Jesús, primero le conoce el Mesías y luego estando cerca de Él le dice Señor, que pueda ver.
¿Qué obstáculos encuentro en la vida diaria, que no me permite acercarme a ver a Jesús? Le busco con insistencia, he sentido su cercanía en los momentos difíciles, le busco sólo cuando tengo necesidad.
- Somos agradecidos. Este ciego, después de buscarle a Jesús, y le cura, no duda en seguirle, signo de agradecimiento a Dios. Le he buscado en todo momento a Dios, he recibido de Él su gracia y su amor de Padre, me ha perdonado, me ha dado salvación, qué estoy haciendo por él.
Que el Evangelio nos ayude a ser valientes a buscar siempre Señor, y que aumente nuestra fe a veces tan débil, con nuestra perseverancia e insistencia, saber que nos hace falta, Él no te abandona, búscalo y lo encontrarás, ten confianza, confía en Él. En efecto, estamos invitados a seguir el ejemplo de este ciego, estos serán los pasos que debe alcanzar todo discípulo de Dios que hemos decidido seguirle. ¡Para bien de la Iglesia y nuestra propia salvación! Amén.