Reflexión del Evangelio de Lc 8, 16-18.

Lunes 19 de septiembre de 2022.

Reflexión del Evangelio de Lc 8, 16-18. XXV Semana del Tiempo Ordinario. Ciclo C.

Padre Asdrubal de Jesús Zeledón Ruiz.

Queridos hermanos, la luz del Evangelio y la fe es dada para comunicarla y compartirla. Todos como cristianos, recibimos la fe y los sacramentos para ser partícipe de la vida en Cristo, en la familia, la Iglesia y la sociedad. Hay fieles que se acercan a recibir los sacramentos por salir de una obligación, por tradición u compromiso, y luego terminan abandonando la fe.

¿Dónde está la gracia que un día recibí en el bautismo? ¿Hemos sido luz para otros? El Señor que nos conoce y quiere lo mejor por sus hijos, nunca se va a cansar de llamarnos para que nos integremos a la vida de gracia, pero, es nuestra la decisión acoger la luz de Cristo, o esconderla la luz, dejando que se apague la llama del amor (Cristo).

Todos los cristianos estamos invitados a ser luz para los demás, cada uno debe alumbrar a otros para que alcancen el conocimiento de la verdad, signo de la presencia de Dios entre los hombres. Los fieles pueden ser luz en medio de este mundo de tinieblas, tendríamos que ser personas que iluminemos a otros, con la Palabra de Dios, con el ejemplo y  el testimonio de vida, llevemos esta luz para que podemos iluminar a otros; cada uno desde su estado de vida puede ser luz, recuerde que la luz de es un regalo que hemos recibido de Jesucristo.

Mientras haya alguien, que pueda hacer algo para recuperar la luz no todo está perdido. Cristo vence en las tinieblas. Hay que luchar para que otros alcancen la luz, la Palabra de Dios, el día de nuestro bautismo recibimos la fe, y nos dieron esta luz,  debemos cuidar hasta el final de los tiempo, para salir al encuentro de Dios con todos los santos.

¿Quieres ser luz para los demás? Le gustaría ser una lámpara encendida o una lámpara apagada. Seamos lámpara encendida, precisamente Dios, Él nos da esta luz, seamos luz en el mundo de hoy, que otros puedan llegar a conocer a Cristo, luz del mundo. Para bien de la Iglesia y nuestra propia salvación.

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