MARTES DE LA XXV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, REFLEXIÓN AL EVANGELIO DEL DÍA

Lucas se concentra en el único punto que le interesa de verdad: la escucha y la práctica de la Palabra son las únicas cosas que nos hacen parientes de Jesús, miembros de su nueva familia. Escuchar la Palabra de Dios y ponerla en práctica produce el milagro de llegar a ser madre y hermano y hermana de Jesús. Del mismo modo que María escuchó la Palabra y, después, se convirtió en Madre, así nos puede suceder en este momento si acogemos la Palabra que hoy se nos dirige.

Hay muchos motivos por los que una madre se acerca a su hijo: a verle con sus propios ojos, a animarle, a admirarle, a alegrarse con los logros en su vida, a echarle una mano si lo necesita y, ¿quién no necesita a su madre y hermanos? Jesús, en pocas palabras aprovecha esta ocasión para decir a sus seguidores y hoy nos lo dice a nosotros, cuál es su nuevo concepto de familia o comunidad cristiana: “mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen por obra”. Con esto, no niega el concepto de familia, no entra en polémica, ni tampoco desautoriza a su madre. Al contrario, su evangelio resalta a María presentándola como modelo de creyente: “Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu Palabra” (Lc 1,38), luego el mensaje que Jesús expresa es para nosotros.

Según esto, pertenecemos a la familia de Jesús: escuchamos la Palabra y hacemos lo posible por ponerla en práctica. Es el único punto que parece interesarle a Lucas, quiere que nos sintamos miembros activos de la nueva familia, que descubramos los vínculos de pertenencia. Jesús aprovecha esta ocasión para ampliar el concepto de familia para todas las épocas., es la que va a ser engendrada por la Palabra, sin necesidad de excluir a la de los vínculos de sangre.

Escuchar la Palabra de Dios y ponerla en práctica” produjo el gran milagro de convertir a María en su Madre y nuestra Madre. Así puede sucedernos a cada uno de nosotros si hoy acogemos esta Palabra escuchada. Dios espera de nosotros que su familia crezca en nuestro mundo y quiere a través de cada uno de nosotros, que le dejemos espacio para que nadie se sienta excluido en nuestra vida y en la mesa de la Vida. Prestémosle nuestra voz, no nos callemos su mensaje.

Jesús quiere crecer en el mundo, y el camino privilegiado para ello eres tú, porque quiere crecer en ti, quiere que tu vida sea siempre más cristiforme, su Palabra, si la contemplas, si la conservas, si le dejas espacio, si intentas no olvidarla durante el día, si la conviertes en guía de tu acción, Jesús crecerá en ti, en tu ambiente y en el mundo. Y tú adquirirás la misma dignidad de María, porque lo engendrarás de nuevo para nuestro tiempo. Sé devoto de la Virgen, para que te enseñe cómo recibir la Palabra, cómo darle carne, cómo hacerla vida, cómo transformar la acción de hoy en una generación y en un crecimiento de Jesús en ti y en tu ambiente.

In Christ,

Jose Bismar Villagra Barrera

Publicado en Reflexión del Evangelio.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *