Santa Isabel de Hungría

“Terciaria Franciscana”

Santa Isabel (Princesa de Hungría) nació el 07 de julio de 1207 en Pozsony County y fallece a la edad de 24 años, el día 17 de noviembre de 1231.

Isabel elige la pobreza Franciscana de la Tercera Orden, aún teniendo un rango alto en la sociedad, pues era muy distinguida en su país.

A la edad de 14 años se casó con Louis lV, a los 15 años ya fue madre y quedó viuda a los 20.

Ella era una persona muy caritativa, y sobretodo misericordiosa, le gustaba ayudar a los pobres y a visitar a los enfermos, tanto así, que ocupó sus riquezas y construyó hospitales, inclusive ayudaba a personas repugnantes, pues no le daba mucha importancia a su linaje de soberanía en el trono de Hungría para aquel tiempo.

“Milagro de Rosas”
Este consiste en la aparición de rosas rojas, por el cual el color simboliza la pasión y muerte de nuestro señor Jesucristo y el martirio en general. Este aparece de diferentes maneras, pero es más que eso, tiene su distinción, ya es que es un símbolo de feminidad, ya sea porque está la presencia de Nuestra Señora la Virgen María, o porque las rosas aparecen en las manos de una mujer.
Es por esto que Santa Isabel de Hungría, fue una de las mujeres afortunadas, ya que el milagro de la Rosas se le atribuye más a ella, es la versión más conocida en Europa Occidental.

A partir de 1236 fue su canonizada por el papa Gregorio lX, convirtiéndose en una mujer ejemplar para todos los cristianos, a causa de sus buenas obras, especialmente para todos Europeos.

Santa Margarita de Escocia

 

Santa Margarita nació en el año 1045 en el castillo de Reka, Sur de Hungría. Su padre (Príncipe inglés) se llamaba Eduardo el Exiliado, y su madre Ágata, ambos casados. Su conyugue Malcolm lll.

Margarita fue canonizada en 1251 por el papa Inocencio lV
esto, como resultado de amor y cariño de la iglesia.
Santa Margarita, era una persona muy simpática y generosa, su servicio era ayudar a los pobres, pero sobretodo a los niños huérfanos de su comunidad, durante toda la medianoche ella ejercía sus trabajos eclesiásticos.

La misma iglesia, creó dos colegios en su nombre por honor, a la cual le nombraron “Santa Margarita en Viña del Mar”. Y “Santa Margarita en Lima, Perú”. También hay una parroquia que tiene su nombre “Santa Margarita de Escocia” en Florida, en la ciudad de Santiago de Chile, en la que fue entronizada una reliquia suya el día 28 de agosto de 2022, con una ceremonia que contó con gaitas escocesas que ese día sonaron en honor a la Santa y para gloria de Dios.

San Martín de Tours

 

Obispo de Tours
El gesto. Pocas personalidades pueden ver resumida su historia en una sola acción, tan poderosa como para volverse indeleble y tan profunda que es capaz de condensar una vida. San Martín pertenece a una categoría especial. Su célebre manto es la antonomasia del hombre que nace en el año 316 o 317 en la periferia del tardo Imperio romano – en Panonia, hoy Hungría – hijo de un tribuno militar. Martín crece en Pavía porque a su padre, veterano del ejército, le había sido donado un terreno en aquella ciudad. Sus padres son paganos, pero el muchachito sentía curiosidad por el cristianismo y ya a la edad de 12 años deseaba hacerse asceta y retirarse en el desierto. Un edicto imperial llega a entremeter el uniforme y una espada al sueño de la oración en soledad. Martín debe enrolarse y termina acuartelado en Galia.
A medias con Jesús pobre
El gesto tiene lugar alrededor del año 335. Como miembro de la guardia imperial, el joven soldado es mandado con frecuencia a realizar las rondas nocturnas. Y en una de éstas, durante el invierno, se topa mientras iba a caballo con un mendicante semidesnudo. Martín siente compasión por él, se quita el manto, lo corta en dos y le regala una mitad al pobre. La noche siguiente se le aparece Jesús en sueños vestido con la parte del manto que dice a los ángeles: “He aquí Martín, el soldado romano que no está bautizado: él me ha vestido”. Este sueño impresiona mucho al joven soldado, que en la fiesta de la Pascua siguiente es bautizado. Durante casi veinte años prosigue sirviendo en el ejército de Roma, testigo de la fe en un ambiente tan alejado de sus sueños de adolescente. Pero a él le queda aún una larga vida por vivir.
Del cenobio a la púrpura
Apenas le es posible, se licencia del ejército y va a Poitiers para encontrarse con el Obispo Hilario, firme adversario contra la herejía del arrianismo. Esta posición le cuesta el exilio a Hilario (por ser el emperador Constancio II un secuaz de Arrio) y Martín – que mientras tanto había viajado a casa de los suyos en Panonia – al conocer la noticia se retira en una ermita cerca de Milán. Una vez que el obispo regresa de su exilio, Martín vuelve a encontrarse con él y obtiene su autorización para fundar un monasterio cerca de Tours. Cabañas y vida austera. El ex soldado que había revestido a Cristo pobre se vuelve pobre él mismo, tal como lo había deseado. Reza y anuncia la fe recorriendo Francia donde muchos aprenden a conocerlo. Gracias a su popularidad llega a ser obispo de Tours en el año 371. Martín acepta, pero con su estilo. Rechaza vivir como un príncipe para que la gente que está en la miseria, los presos y los enfermos siga encontrando una casa bajo su manto. Vive adosado a las murallas de la ciudad, en el monasterio de Marmoutier, el más antiguo de Francia. Decenas de monjes lo flanquean y muchos entre ellos son de clase noble.
Un verdadero caballero
En el año 397, en Candes-Saint-Martin, el obispo que ya tiene 80 años parte para recomponer un cisma surgido en el clero local. Logra la paz en virtud de su carisma, pero antes de partir padece fiebres violentas y muere – por su voluntad – distendido en la tierra desnuda. A sus exequias asistió una muchedumbre que lo reconoció como hombre muy amado, generoso y solidario, como los verdaderos caballeros.

San León Magno Papa y Doctor de la Iglesia

Año 452 d.C. La Península itálica tiembla frente a los Hunos, capitaneadas por Atila. Gran parte del norte de Italia ya ha caído en manos del invasor. Las ciudades de Aquilea, Padua y Milán han sido conquistadas, saqueadas y rasadas al suelo. Ahora Atila prosigue su avance, está cerca de Mantua, sobre el río Mincio. Allí la Historia se detiene y se forma: León Magno, elegido Papa doce años antes, encabeza una delegación de Roma, se encuentra con Atila y lo disuade de proseguir la guerra de invasión. La leyenda – retomada después por Rafael en los frescos de las “Estancias” – narra que el rey de los Hunos se retira tras haber visto aparecer, detrás de León, a los Apóstoles Pedro y Pablo, armados con espadas. Tres años después, en el 455, una vez más el “Papa Magno”, si bien desarmado, detiene a las puertas de Roma a los Vándalos de África, guiados por el rey Genserico. Gracias a su intervención, la ciudad sí es saqueada, pero no incendiada. Permanecen de pie las Basílicas de San Pedro, San Pablo y San Juan, en las que encuentra refugio gran parte de la población, que así ha salvado su vida.

“Pedro ha hablado por boca de León”

Pero la vida de León no se explicita sólo en el empeño por la paz, llevando adelante con coraje y sin detenerse. El Pontífice también se dedica mucho a la tutela de la doctrina: es él, en efecto, el que inspira el Concilio ecuménico de Calcedonia (hoy Kadiköy, en Turquía), que reconoce y afirma la unión en Cristo de las dos naturalezas – humana y divina – rechazando la herejía de Eutiquio, que niega la esencia humana del Hijo de Dios. La intervención de León en el Concilio se produce a través de un texto doctrinal fundamental: el “Tomo a Flaviano”, Obispo de Constantinopla. El documento es leído públicamente a los 350 Padres conciliares que lo acogen por aclamación afirmando: “Pedro ha hablado por boca de León, León ha enseñado según la piedad y la verdad”.

Teólogo y pastor

Defensor y promotor del Primado de Roma, el “Pontífice Magno” deja a la historia casi 100 sermones y casi 150 cartas, demostrándose así tanto teólogo cuanto pastor, atento a la comunión entre las diversas Iglesias, sin olvidarse de las necesidades de los fieles. En efecto para ellos anima las obras de caridad en una Roma doblegada por las carestías, la pobreza, las injusticias y las supersticiones paganas. Lleva adelante todas las acciones indispensables – tal como se lee en sus escritos – para “tener justicia con constancia” y “ofrecer amorosamente la clemencia”, puesto que “sin Cristo no podemos nada, pero con Él, podemos todo”.

El 45° Papa de la historia

Nacido en la Tuscia y convertido en diácono de la Iglesia de Roma alrededor del año 430, en el 440 León es enviado por la emperatriz Galla Placidia a pacificar Galia, contendida entre el general Flavio Aecio y el prefecto del pretorio Albino. Pocos meses después, muere el Papa Sixto III. Le sucede León, su consejero. La consagración como Pontífice – el 45° de la historia de la Iglesia – se produce el 29 de septiembre del 440.

Un Pontificado de “récords”

Su Pontificado, que duró 21 años, reúne diversos récords: primer Obispo de Roma que lleva el nombre de León; primer Sucesor de Pedro en ser llamado “Magno”; primer Papa de quien nos ha llegado la predicación, también es uno de los dos únicos Pontífices (el otro es Gregorio Magno) que ha recibido, en 1754, por voluntad de Benedicto XIV, el título de “Doctor de la Iglesia”. Su muerte se produjo el 10 de noviembre del 461 y, según algunos historiadores, León Magno también fue el primer Papa en ser sepultado dentro de la Basílica Vaticana. Aún hoy, sus reliquias se conservan en San Pedro, concretamente en la Capilla de la “Virgen de la Columna”.

Beato Juan Duns Escoto

Nació en Escocia en 1266, entró en los frailes franciscanos de Dumfries a los 13 años, Estudió Filosofía y Letras además de Teología en Oxford. Fue ordenado sacerdote el 17 de marzo de 1291. enseñó las disciplinas filosóficas y teológicas en Oxford, Reino Unido

En ejercicio magisterial utilizó como texto Sententiae de Pedro Lombardo, obra que fue el manual de dogmática relevante del momento.

Como teólogo, defendió la humanidad de Cristo y elaboró la base teológica para la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción. Su argumento más famoso ” Siendo Dios su creador,  pudo hacerla decidio hacerla, y por tanto la hizo así inmaculada.

En 1303 debió salir de Francia por un enfrentamiento entre el papa Bonifacio VIII y el rey Felipe IV de Francia. Dos años más tarde volvió a París. Al año siguiente se traslada a Colonia para ser catedrático de la casa de estudios franciscana. Fallece el 8 de noviembre de 1308, en Colonia, la ciudad donde enseñaba, el 20 de marzo de 1993, el papa Juan Pablo II aprobó su culto.