San Efrén Diácono

S. EFRÉN, DIÁCONO Y DOCTOR DE LA IGLESIA

A los 15 años, Efrén conoce el Evangelio, lo estudia con pasión, pero esto le cuesta la persecución de su padre, que es un sacerdote pagano. A los 18 años, recibe el bautismo y abre una escuela bíblica en Nisibi, siguiendo al obispo James en el Concilio de Nicea (325). Cuando la ciudad es asediada varias veces por los persas, Efrén deja la cátedra y se convierte en el héroe de la resistencia. Fibra de teólogo y de luchador, por lo tanto. Y de hombre de caridad. Para reducir el impacto de la hambruna que afecta en un momento determinado a Edesa, es él a arremangarse las mangas para garantizar la ayuda humanitaria a la población.
El pensamiento y la escritura son, sin embargo, sus mejores talentos, junto al canto. Efrén escribe mucho y de todo y lo hace con una gran calidad espiritual y estilística. Sus poemas y homilías en verso, sus himnos (la obra más amplia), los comentarios bíblicos en prosa tratan con perspicacia y belleza los ejes de la fe que tanto lo fascinaron: Dios Creador, la virginidad de María, la redención de Cristo … Afirma que nada en la creación está aislado y que el mundo, junto a las Escrituras, es la Biblia de Dios.
La cura a los enfermos de la peste es la última obra maestra, escrita con la tinta de la caridad, nacida de Efrén el sirio. Efrén muere en Edesa, víctima de la enfermedad, en el 373. Las crónicas no informan con certeza si él fue o no un monje. Ciertamente, siempre fue un diácono ejemplar, un servidor de todos por el amor de Dios y un cantante, “lira del Espíritu Santo”.

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