Reflexión del Evangelio Mt 12, 38-42.

Reflexión del Evangelio Mt 12, 38-42. XVI Semana del Tiempo Ordinario. Ciclo A.

Por el Pbro. Asdrubal de Jesús Zeledón Ruiz.

Queridos hermanos, ¿somos testigos de los milagros realizados por Jesús en nuestra vida? El Evangelio de este día, los letrados y fariseos pedían un milagro para creer en Él, «Maestro queremos verte hacer una señal prodigiosa» Mt 12, 38. Tan testarudos nos comportamos con el Señor, que nos cuesta creer en los signos y prodigios.

Hay quienes hacen las veces de los fariseos, pedimos a Dios un milagro y si Dios no lo concede, nos enojamos con Él y perdemos la fe, tenemos que confiar siempre en el Maestro, el Mesías el Hijo de Dios.

Jesús que había hecho ya tantos milagros en favor de los enfermos, apela ahora a no dar otro signo, más que el signo del profeta Jonás, que estuvo tres días en el vientre del cetáceo, igual el Hijo del Hombre estará tres días y tres noches en el seno de la tierra, Jesús evoca al signo máximo de su persona la Resurrección después de la muerte.

Como está nuestra fe, los milagros de Dios vienen a confirmar una fe inicial que ya existe, con la sola presencia de Jesús, era el gran signo de Dios, una gran señal de la presencia de su Reino entre nosotros, pero fueron muchos los que le rechazaron.

Jesús ha hecho grandes cosas en tu vida, te ha rescatado del pecado, cuantas veces te acercas al sacramento de la penitencia y te ha perdona, vivimos de la Eucarística, sacramento de vida eterna, y continúa haciendo prodigios en la vida de cada cristiano. En esta vida puedes tener todo: bienes, poder, prestigio, riquezas pero si no crees en Dios, lo has perdido todo, trabajemos por alcanzar la fe, aceptando los prodigios que el Señor hace en nuestra vida diaria.

Jesús, también nos invita a confiar siempre su Palabra, el estar atento a los signos de los tiempos, es necesario dar el paso a la conversión, la penitencia, esto dará sentido a nuestra vida cristiana en relación con Dios y con los demás. Es la penitencia de la vida, inevitable con frecuencia, que debemos asumir para acceder al trono de la gracia.

Una señal extraordinaria es pedirle al Señor, nos conceda la gracia de acercarnos al sacramento de la penitencia, para recuperar la gracia santificante y lo tenemos todo. ¡Para bien de la Iglesia y nuestra propia salvación! Amén.

 

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