Reflexión del Evangelio del día Mt 10, 17-22

Octava de Navidad, San Esteban Protomártir

Reflexión del Evangelio del día Mt 10, 17-22

Por el Pbro. Asdrubal de Jesús Zeledón Ruiz, Pastoral de Medios de comunicación de la Diócesis de Jinotega en Nicaragua.

Carísimos Hermanos, el día de hoy, la Iglesia celebra el martirio de San Esteban, fue el primero de los siete diáconos que los apóstoles eligieron como cooperadores de su ministerio, considerado el primero de los discípulos del Señor que en Jerusalén derramó su sangre, dando testimonio de Cristo Jesús.

A propósito, la liturgia nos permite celebrar el martirio de San Esteban, un día después de la solemnidad del nacimiento de Jesús, su testimonio de entrega, perseverancia y sacrificio; en definitiva, muestra el amor por excelencia a Dios por su constancia a pesar de las dificultades que vivó, nos relata el libro de los Hechos de los Apóstoles «Esteban, lleno de la gracia y de poder, realizaba grandes prodigios y señales entre la gente» (Hch 6, 8), una figura muy cercana a Jesús, esto provoca indignación para algunos los judíos, discutiendo con él; pero no podían refutar la sabiduría inspirada con la que hablaba.  Esteban lleno del Espíritu Santo, «Miró al cielo, y vio la gloria de Dios y a Jesús, que estaba de pie a la derecha de Dios». v. 55.

Jesús habla con claridad a sus discípulos, la fidelidad al Evangelio conlleva dificultades y persecución, «A ustedes los arrastrarán ante las autoridades y los azotarán en las sinagogas […]  así darán testimonio de mi ante ellos y ante los paganos» Si para los primeros discípulos lo fue, lo será también, para quienes son colaboradores suyos, nuestra fortaleza en los momentos de persecución deben estar puestos en Dios que nos acompaña siempre y poder ver su gloria.

El dolor significa despojarse de todo, […] en el que habrán momentos que debemos ocupar el lugar que Jesús experimentó, la persecución, el dolor y el sufrimiento. Alguien podría decir: ¿Padre, como es posible que Dios haya permitido ver sufrir a su propio Hijo? Así lo quiso Dios, admitir y seguir en el silencio en aquel momento infame (crucifixión)  porque a quiso darnos a todos la salvación. San Pablo lo dirá con otras palabras: «La gracia de Dios se ha manifestado para salvar a todos los hombres, […]  y quiere que vivamos de una manera sofría justa y fiel a Dios en la espera de la gloriosa venida del gran Dios y salvador, Cristo Jesús, nuestra esperanza». (Tit 2, 11-14

Increíble el amor que Dios nos tiene, busquémosle a Él, aun en los momentos difíciles. Para Jesús, lo que importa en la persecución no es el lado doloroso del sufrimiento, sino el testimonio. «Por mi causa serán llevados ante gobernadores y reyes, teniendo la oportunidad de mí, ante ellos y los paganos». Aquí el amor es más fuerte que el odio, la paz más fuerte que la violencia y de esperanza es más fuete desesperanza.

Que este evangelio nos ayude a comprender el amor de Dios en lo incomprensible, que sólo se entiende desde la fe, San Esteban amó a sus perseguidores, un ejemplo valiente para imitar a Jesús son sus palabras: «Señor, Jesús, recibe mi espíritu. […] Señor no les tomes en cuenta este pecado»

Que Dios nos conceda la gracia de imitar a San Esteban, que aprendamos amar a los enemigos, que el mundo cegado por el resentimiento, el rencor, el odio y la venganza, sea cada día promotor de paz y reconciliación, de perdón y de misericordia. Que el niño que nos ha nacido en Belén, «consejero admirable, príncipe de la paz» (Is 9, 6) sea para cada uno de nosotros una oportunidad para dar testimonio de la Buena Nueva de Salvación. ¡Para bien de la Iglesia y nuestra propia salvación! Que así sea.

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