Reflexión del Evangelio del día Lc 16, 19-31

Jueves 17 de marzo de 2022.

II Semana de Cuaresma Ciclo C.

Pbro. Asdrubal de Jesús Zeledón Ruiz

Queridos hermanos, quien tenga más posibilidad de sobrevivir económicamente puede ayudar a quien necesita. Recordemos el Papa León XIII «Nadie es tan rico que no necesita ayuda ajena, ni nadie tan pobre que en alguna forma no pueda ayudar a sus semejantes» En esta vida hay que ayudar al indigente, al pobre; recuerden que la caridad es la más grande de todas las virtudes.

El Evangelio de este día, Jesús nos propone la catequesis del uso de las riquezas. Si usted tiene bienes, fruto del esfuerzo y del trabajo tenga lo necesario para poder vivir, no acumule riquezas que de nada sirve, cuando nos morimos nada nos llevamos, solo las buenas obras que realizamos en esta vida.

Que nuestra actitud sea hacer el bien en favor de los demás. El rico (epulón) no veía en el pobre Lázaro, la necesidad de ayudar aunque haya sido con un poco de comida. Decía el filósofo Emmanuel Levinas: «El otro me constituye, y si niego la presencia del otro niego mi existencia» El hambre y la enfermedad le hacen yacer a la puerta del rico, el pobre Lázaro en espera de llenarse de las sobras que caía de la mesa del rico, (vv. 21). Que interesante que los perros le mostraban piedad, pero para el rico pasa desapercibido.

La vida en este mundo, puede ser tan difícil para muchos, pero lleno de vida a los ojos de Dios, Jesús te mostrará un mejor banquete preparado para ti, el banquete del Reino de Dios. Los ángeles conducen a Lázaro hasta el puesto de honor, junto al Padre donde se goza de los bienes del Señor.

Dios nos conceda la gracia de ser solidarios en compartir, esta parábola tiene aplicación para todos. El pobre y el rico son conceptos relativos. Todos en esta vida tenemos a nuestro paso algún pobre Lázaro, que pasa apuros, persona sin trabajo, enfermos, un anciano abandonado, un niño que sale a buscar para comer, un alcohólico, un drogadicto, personas marginadas que necesitan de nuestra ayuda.

«No hay nada verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón» (GS 1). Si está en su capacidad de ayudar, ayude; hay que ser solidarios con los demás, poder dar, poder entregarse, poder llegar a ser pobre, significa estar cerca de Dios, la propia vida escondida en Dios; en una palabra, esto es el cielo. El amor al prójimo no es algo distinto del amor a Dios, en el otro el pobre, puedo identificar al Otro (Dios) nuestro Padre. Nuestro mandamiento sea amar al prójimo, como a ti mismo. ¡Para el bien de las almas y nuestra propia salvación! Amén.

¡Dios les bendiga a todos!

Publicado en Evangelio del Dia.

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