Reflexión del Evangelio de Lucas 16, 9-15

Sábado 05 de octubre de 2022. XXXI Semana del Tiempo Ordinario. Ciclo C.

Reflexión del Evangelio de Lucas 16, 9-15.

Por el Padre Asdrubal de Jesús Zeledón Ruiz.

El día de ayer, reflexionábamos el evangelio del administrador infiel, a quien su amo estaba por despedirlo, por hacer mal uso de sus bienes, sin embargo, este administrador actuó con astucia, llamó a sus deudores y les perdonando parte de la deuda, para que cuando llegara el momento de su despido, lograra tener un amigo quien le reciba en su casa.

A propósito del evangelio de este día, me gustaría compartir con ustedes, tres reflexiones de este Evangelio.

  1. La administración de los bienes. Hay quienes son buenos administradores y saben poner en práctica los dones de Dios, aquí el problema no es el dinero sino la mala administración del dinero, el buen administrador sabe emplear los bienes que le han encomendado, en cambio el administrador malvado, gana el dinero sucio lleno injusticia, malversado llegará el momento que perderá su valor. El dinero mal vivido impulsa a la persona a la deshonra y el fraude. El Señor nos invita al buen uso y la sabia inversión del dinero.
  2. La fidelidad una cualidad decisiva del buen administrador. El Señor dirige una invitación a la fidelidad frente al peligro de una mala administración. «Quien es fiel en las cosas pequeñas, también lo será en las grandes» La fidelidad implica dedicación, constancia, honestidad, transparencia y sobre todo, debe tener celo por bienes encomendados. Dios espera de sus discípulos fidelidad, es decir responsable en la administración de lo terreno y que debe cuidar que esta administración no desvíe su corazón de Dios, sino que sea capaz de consagrarse con lealtad al servicio de Dios y de su principal interés en el mundo que es la salvación de la humanidad. Alguien digno de confianza no se hecha fuera, sino que se le reconoce porque es digno de confianza. Entonces Dios confiará y dará los bienes verdaderos.
  3. No se pueden servir a dos amos. En esta vida cotidiana debemos de ser valiente para saber elegir, «no estar servir a dos amos, amar a uno y odiar al otro», nuestras acciones no sean contrarias al Reino de Dios, no podemos estar encendiendo una vela a Dios y otra al diablo. El que ama a Dios y a sus hermanos, no puede hacer de las riquezas la meta de su vida. De hecho, por el dinero hay personas que alcanzan: el poder, el tener, la riqueza, el prestigio pero cuando se mueren nada se llevan. Pidamos al Señor, nuestro  Dios, “amo a elegir”, pedirle su gracia sobre nosotros para alcanzar la conversión. ¡Para bien de la Iglesia y nuestra propia conversión! Amén.
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