Homilía Pbro. Asdrúbal Zeledón.- 16 de Junio de 2022

Queridos hermanos, siguiendo la reflexión del día de ayer que proponíamos un principio fundamental de hacer las cosas sin buscar los halagos de los hombres, sino con el sentido de dar siempre gloria a Dios, quién ve lo secreto de nuestro corazón.

El día de hoy vamos a reflexionar un poco sobre la enseñanza que el evangelio de San Mateo da a sus discípulos. Dios es nuestro padre, cuida siempre de nosotros sus hijos. De Dios recibimos gracias, perdón, misericordia y cuanto nosotros necesitamos como cristianos, como hijos de Dios. Dios sabe antes de que nosotros lo expresemos con nuestra boca nuestras necesidades.

El Señor nos enseña este modelo de orar, no para ser visto como los hombres, aquellos que buscan ser reconocidos, sino esta acción de alabar a Dios en medio del silencio. Recuerden siempre que el hombre muchas veces juzga las apariencias, pero Dios juzga el corazón y cuando nosotros dirigimos nuestra oración a Dios debería de ser con humildad para recibir de Dios las gracias que estamos pidiendo por medio de la oración.

¿Cómo está nuestra comunicación con él? ¿Has orado siempre o solo le hemos buscado cuando tenemos necesidad? A Dios se le busca siempre, en todo momento y más en aquellos momentos que por debilidad humana o por circunstancias de la vida podemos descubrir el amor y la misericordia en medio del sufrimiento o en la enfermedad, con aquellas adversidades que vivimos en nuestra vida que pueden ser la experiencia de la fe que debe descubrir el hombre, el cristiano de hoy. Es por medio de la oración que también descubrimos la compañía de Jesús en los momentos difíciles.

Podemos preguntarnos, ¿Quién es Dios en nuestra vida? ¿Qué quiere de nosotros? y ¿Qué estamos dispuestos a hacer? Dios haga presente su reino entre nosotros. Dios quiere que confiemos siempre en él, en su misericordia. No te des prisa, a veces para pedir una gracia al Señor, Dios también se da su tiempo para dar a nosotros sus hijos aquello que necesitamos.

La poca fe que puede tener un cristiano hijo de Dios puede encontrar esta acción divina por medio de la oración que me lleva al encuentro con Jesucristo nuestro padre que se hace nuestro en nuestra comunidad.

Dios padre nos quiere a nosotros y nos hace hermanos suyos, unos con otros por su santidad y debería de ser nuestra forma y estilo de vida del escoger de cada cristiano, desear siempre la gracia de Dios, esta gracia que solo procede de él y por medio de la cual todos esperamos alcanzar la salvación y la santidad.

Este padre nuestro, modelo de oración que nos presenta la Liturgia en este día nos compromete a cada uno de nosotros. Es fácil pronunciar esta oración bonita y bella que tiene la Iglesia, que tenemos nosotros los cristianos, pero; ¿Cuántos la vivimos? Jesús quiere que conozcamos, que confesemos y que tratemos de imitar lo que decimos por medio de esta oración, el padre nuestro.

Él desea reinar en el mundo y que se haga cumplimiento de su santa voluntad en la tierra como en el cielo, y esta oración es casi siempre hecha por todos los cristianos, por nosotros en nuestras comunidades, en nuestros movimientos, ¿Cuántos la llevamos a práctica? Somos siempre peregrinos en este mundo que deseamos siempre participar de la gracia de Dios.

¿Estamos dispuestos a perdonar?, ¿Hacemos vida esta palabra que nos dice el día de hoy: “Padre, perdonamos como nosotros perdonamos a quiénes nos ofenden”?, ¿Cuántas veces Dios me ha perdonado? Ya sea por medio del sacramento de la penitencia, el sacramento de la reconciliación. ¿Cuántas veces yo, humilde pecador rehúso de la gracia de Dios de no perdonar a mi prójimo, de estar enojado, de entrar siempre en discordia, en disgusto? Debemos de actuar siempre como Dios lo hizo, perdonando a aquellos que nos ofenden y teniendo en cuenta siempre: “Señor no le tengas en cuenta lo que ellos hacen” que cada uno de nosotros podamos actuar siempre con humildad, dando lugar siempre a la gracia de Dios.

Si vivimos esta oración que hemos escuchado y que nos propone el Evangelio, nuestra vida daría lugar a la gracia de Dios.

Que ese sea nuestro compromiso el día de hoy. Vivir esta palabra y que así podamos nosotros hacer la vida en nuestros corazones y si la vivimos, seremos buenos cristianos. Hay que hacer presente a Dios en el mundo de hoy, en nuestra Iglesia y en nuestra sociedad para bien de nuestra Iglesia y nuestra propia salvación.

En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

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