Fiesta de nuestra Señora de Fátima

HOMILÍA FIESTA DE NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA 2022

                                                 Hechos 13, 26-33.  Juan 2,1-11

Saludos de paz y bien en Jesucristo nuestro Señor, carísimos hermanos, saludos a nuestros hermanos, que nos acompañan a través de las diferentes plataformas digitales, fieles todos.

Nos hemos reunidos para hacer memoria de la Santísima Virgen de Fátima, una de las múltiples advocaciones que ha marcado la fe de muchos creyentes. El mensaje de Fátima, sigue resonando en la actualidad con el mismo trasfondo, la Virgen nos invita a la oración, sacrificio y conversión. Es decir, el mensaje de nuestra Señora, sigue siendo un mensaje válido para la Iglesia y para toda la humanidad.

La devoción a la Virgen nos pide actuar con sinceridad y verdad, que han de manifestarse en nuestros pensamientos limpios, en nuestros afectos ordenados, en nuestras palabras sinceras, en nuestras decisiones honestas.

Día a día percibimos nuestra fragilidad y dificultad a la hora de construir una sociedad    conforme al querer de Dios. En Cristo resucitado encontramos la luz y el vigor para superar el pecado que hiere la dignidad humana.

El mensaje de la Virgen en Fátima encuentra toda su actualidad llamándonos a la conversión para acoger la misericordia de Dios y vivirla con los demás a través de la caridad. De la fe hemos de pasar al amor. A veces olvidamos el amor de Dios y esto dificulta el ofrecerle incluso nuestros pecados para que nos los perdone. Él nos quiere hijos suyos irreprochables de forma que nos presentemos ante él sin mancha. A un corazón duro que decide abrirse con docilidad, Dios da siempre su gracia. “Cuando el Señor nos envía una humillación o permite que lleguen las humillaciones es para que el corazón se abra, sea dócil, se convierta al Señor Jesús”. Sostiene nuestra esperanza saber que el Señor es capaz de cambiar los corazones.

La virgen de Fátima es siempre para los cristianos un refugio seguro, un consuelo y nos amparamos bajo su manto, en ella encontramos la fortaleza para poder resistir en estos momentos difíciles.

En estas circunstancias han hecho que el amor a la virgen incremente, cualquier cosa se les puede quitar a los nicaragüenses, menos el amor a la Santísima Virgen María”

“La Virgen de Fátima está junto a nosotros como buena madre acompañándonos en el camino hacía Jesucristo, su hijo y Señor nuestro”.

La Imagen peregrina ha visitado todas las Diócesis de Nicaragua y actualmente, nos preparamos para clausura con una Eucaristía especial donde participaremos de todas las diosas del país en el mes de agosto.

Las apariciones de Fátima apuntan al triunfo del Inmaculado Corazón de María. Para nosotros como cristianos, esto merece especial atención, apariciones que fueron vividas por tres videntes: Lucía, Francisco y Jacinta. En 1917 la Virgen de Fátima, se apareció a los niños en Cova de Irías, después de rezar el Rosario, jugaban cerca del mediodía, en medio de su inocencia, ven con claridad el relámpago, y a una corta distancia, sobre una encina, se les apareció la Madre de Dios. En esta primera aparición, la Santísima Virgen María, afirma a los videntes aparecerse todos los trece de cada mes.

Nuestra Señora, pide a los niños ofrecer a Dios todos los sufrimientos, en reparación con que Él, su Hijo es ofendido. Advirtiendo a los videntes, que tendrán que sufrir mucho, pero la gracia de Dios será su consuelo.

La segunda aparición, la Virgen de Fátima les presenta a los videntes el infierno, un escenario bastante doloroso y escalofriante, «donde van las almas que rechazan la Misericordia y el perdón de Dios», por sus malos comportamientos y ofensas realizados a Jesús. Y continúa diciendo: Y «Para salvarlos, Dios quiere establecer en el mundo la devoción al Inmaculado Corazón».

En realidad, cada vez que se dirige la mirada a la Virgen de Fátima, vendrá a reflejar el misterio, que merece nuestra atención, si el mundo no se convierte se sobrevendrá un gran castigo. Que este mensaje, sea para nosotros una luz, y acogiendo sus ruegos, hagamos sacrificios, a tener un espíritu reparador de los sacrilegios que se comenten contra el Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado corazón de María.

una Madre, una «Señora muy bella», comentaban los videntes de Fátima mientras regresaban a casa, en aquel 13 de mayo. hace cientos cincos años de su aparición. Por la noche, Jacinta no pudo contenerse y reveló el secreto a su madre: «Hoy he visto a la Virgen». Habían visto a la Madre del cielo. En la estela de luz que seguían con sus ojos, se posaron los ojos de muchos, pero…estos no la vieron. La Virgen Madre no vino aquí para que nosotros la viéramos: para esto tendremos toda la eternidad, a condición de que vayamos al cielo, por supuesto.

Pero ella, previendo y advirtiéndonos sobre el peligro del infierno al que nos lleva una vida ―a menudo propuesta e impuesta― sin Dios y que profana a Dios en sus criaturas, vino a recordarnos la Luz de Dios que mora en nosotros y nos cubre, porque, como hemos escuchado en la primera lectura  Pablo, enamorado y seducido por este amor, no cesa de invitar a todo mundo a conocer y participar de la vida en el Espíritu, la cual se ha hecho una realidad por la resurrección de Jesucristo y el envío del Espíritu Santo

En el Evangelio que hemos escuchado, San Juan nos muestra el primer signo mesiánico realizado por Jesús. María se da cuenta de una carencia: «les falta el vino». María, hace de su descubrimiento una petición a su Hijo e invita a los sirvientes a escuchar la Palabra de Jesús: «Hagan lo que Él les diga».

La Santísima Virgen María, propone lo que en el fondo ha sido su vida, desde que decidió que en ella se cumpliera lo dicho al Señor: «Hágase en mí según tu Palabra». Ella propone a los otros, algo que no le es extraño, ante su actitud.

Queridos hermanos, ¿Cuál es el vino que nos falta en nuestro mundo? El vino de la paz, el de la ternura; el vino de la fe, de la esperanza y del amor; el vino de la verdad. Cuando nos faltan estos vinos, la vida se acomoda ante una actitud no cristiana, bastante hipócrita, en el que surgen intereses mezquinos, partidistas, sin tener el mínimo interés de ayudar a los demás.

María vio la carencia en la boda e hizo suya la solidaridad, y puso manos a la obra. No se quedó en relatar lo que sucede y lamentase por lo que falta. Ella hace lo que está en sus posibilidades, y se próxima a una petición, todo va depender de nuestra actitud ante el Señor, la Palabra de Jesús nos muestra su fuerza y su luz.

El Evangelio, termina diciendo que «los discípulos creyeron en El». El final es que habiendo vino, hubo fiesta, y los discípulos viendo el signo, el milagro, creyeron en Jesús.

Queridos hermanos: pidamos a Dios, con la esperanza de que nos escuchen los hombres, y dirijámonos a los hombres, con la certeza de que Dios nos ayuda. Por último, deseo hacer nuestro el mensaje de nuestra Señora la Virgen de Fátima: «Rezar el Rosario todos los días, para alcanzar la paz y el fin de la violencia». Necesitamos «el milagro del vino», que todo lo transforma en gracia, la violencia en paz, mentira en verdad, el resentimiento en perdón, la división en unidad, dejando atrás, todo aquello que favorece nuestro propio interés personal; oremos por nuestro país, para que, un día podamos vernos todos como hermanos y solo así, llegar hacer mejores hijos del Padre.

Dios y Señor, creador del mundo, bajo tu amor se desarrolla la marcha de la historia; atiende nuestras súplicas y concede la paz a nuestros tiempos, para que gocemos, bajo la protección de María Inmaculada, Nuestra Señora de Fátima, Madre de tu Unigénito y Reina de la Paz; con el rezo del Santo Rosario en la alabanza de tus misericordias. Así sea. «Por fin mi inmaculado Corazón triunfará». Amén.

Publicado en Homilía, Noticias Parroquiales.

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