Reflexión del Evangelio de san Mateo 5, 38-42.

XI Semana del Tiempo Ordinario. Ciclo A.

Autor. Padre Asdrubal de Jesús Zeledón Ruiz.

Queridos hermanos, Jesús nos muestra el camino del amor, el precio que uno tiene a sí mismo, a partir del cual debe comportarse moralmente. Este amor impulsa a conseguir aquellos bienes que ayudan a la propia realización como persona y como hijos de Dios.

La ley del talión, «Ojo por ojo y diente por diente» v. 38. Esta ley ha existido en todas las culturas, es decir, puedes vengarte en la medida que eres ofendido. Humanamente, es fácil responder al mal con mal, hay la posibilidad que hayamos respondido con las malas acciones, ser groseros, alegrarnos del mal ajeno, en cambio, el Señor dice: «Yo les digo no opongan resistencia al que hace el mal» v. 39.

Dios marca el ideal en la vida cotidiana, y nos regala algunos ejemplos que nos pueden ayudar a encontrar pleno sentido en la relación con las demás personas. «Si alguno te abofetea la mejía preséntale la otra, […] y quien desee la túnica, sédele también el manto.  Si uno te obliga a caminar mil pasos, haz con él dos mil, a quien te pide prestado no lo rechaces» vv. 39-42.

Estos ejemplos, el Señor nos indica, la manera como corresponder al mal con él bien que proviene de Dios, la fuerza creadora del amor de Dios está en destruir el mal en el mundo y la sociedad.

Por último, nos podemos preguntar, como cristiano estoy dispuesto  responder a este amor sin condiciones, el amor a Dios y el amor a los demás no son en realidad dos amores diferentes sino uno solo. «Quien ama a Dios miente si al mismo tiempo no ama a su hermano» (1 Jn 4, 20).

El amor no tener límite, el creyente esta invitado a alcanzar la  perfección, sean perfectos como nuestro Padre es perfecto. Las respuestas del Evangelio pueden parecer absurdas, pero llevan en sí, el poder de cambiar el mundo.

Para bien de la Iglesia, y nuestra propia salvación. Que así sea.

 

fuente de imagen: Red Mundial de Oracion del Papa El Salvador- Diocesis de Chalatenango.

Publicado en Reflexión del Evangelio.

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