Memoria de la Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia.

Lunes 29 de mayo de 2023

VIII Semana del Teimpor Ordinario. Ciclo C

Autor. Padre Asdrubal de Jesús Zeledón Ruiz.

Reflexión del Evangelio de San Juan 19, 25-34.

Queridos hermanos, un día después de Pentecostés, la Iglesia celebra la memoria de María, Madre de la Iglesia. Instituida por S.S.P. Francisco, en el año 2018, el titulo María, Madre de la Iglesia, ya era usado desde el año 1964 cuando S.S.P. Pablo VI, durante el Concilio Vaticano II, declaró solemnemente: «Para gloria de la Virgen, y consuelo nuestro, proclamamos a María Santísima, Madre de la Iglesia»

Posteriormente, San Juan Pablo II en el año 1980, introdujo esta veneración a las letanías lauretanas “María, Madre de la Iglesia”. Y porqué un día después de la Solemnidad de Pentecostés, tiene sentido, porque eran los Apóstoles y la Bienaventurada Virgen María, estaban reunidos para esperar con ella el don del Espíritu Santo.

La Virgen María vivió de un modo único, la espera del Espíritu Santo. María ocupa un lugar privilegiado en la Iglesia, donde recibe de su Hijo Jesús el encargo de la Iglesia, «Mujer, ahí tienes a tu hijo, luego, dijo al discípulo amado, ahí tienes a tu Madre, y desde aquella hora, el discípulo la acogió como algo propio» Es decir, como Madre suya, modelo de fe y amor.

Cuando ya todo se había cumplido por voluntad del Padre, Jesús agonizando nos entrega lo más apreciado para Él, su Madre. Ante la figura de Juan, el discípulo amado, al pie de la cruz nos encontramos todos nosotros, su Iglesia.

También, Jesús nos dirige a cada uno de nosotros, “hijo ahí tienes a tu Madre” María, Madre de la Iglesia, es decir, Madre de todos los cristianos.

El estar de María en cada momento, ícono eminente y singular gracia, modelo de fe.

María estuvo siempre unida al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo en singular gracia, cuando en su seno purísimo en la Anunciación da su sí al Señor, hágase en mí según tu Palabra. Cfr. Lc 1, 26-38.

«Porque Ella, al aceptar la Palabra en su corazón Inmaculado, mereció concebir en su seno virginal, y al dar a luz a su Creador, preparó el nacimiento de la Iglesia». Prefacio III de Santa María Virgen. Igual al estar junto a la cruz, el encargo de su amor, recibió a toda la humanidad redimida por la Sangre de su Hijo Jesucristo.

Pedimos al Señor, la intercesión de María, Madre de la Iglesia, nos ayude a recordar que la vida cristiana debe estar siempre unida a Jesús, ella modelo de oración nos conceda a alcanzar los designios de Dios y con su gracia, respondamos con generosidad a su llamado.

Para bien de la Iglesia, y nuestra propia salvación. Que así sea.

Publicado en Reflexión del Evangelio.

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