Señor, acláranos el sentido de la parábola
La explicación que Jesús se apresura a dar a sus discípulos una vez entrado en casa y escuchado la petición, supone una condescendencia con ellos, les ofrece una instrucción especial. La gente que le sigue se quedará solo con la predicación de las parábolas. Bien es verdad que los discípulos solo piden la explicación sobre una: “la de la cizaña”
Comienza Jesús su explicación. La realiza de un modo sorprendente. Casi todas las personas y acciones del relato son transferidas a la realidad religiosa y son enumeradas como en una lista. Dice: El Hijo del hombre es el sembrador de la buena semilla; el campo es el mundo,… y va siguiendo la lista.
Me pregunto si es que ésta parábola de la cizaña es más confusa, o es más clara que las otras, o lo que cuesta es llevarla a la práctica? Hay unos versículos en la parábola, -que no han sido leídos hoy- (v 29-30) son la respuesta del señor a sus siervos, que quiero traerlos aquí, recordarlos y sentir cómo ellos son luz para la lectura de hoy” ¿Quieres que vayamos a arrancar la cizaña? Él les dijo: “no, no sea que, al arrancar la cizaña, arranquéis con ella el trigo. Dejad que crezcan juntos ambos hasta el tiempo de la siega; entonces diré…” Es una verdadera exhortación a tener la paciencia necesaria para la espera de la siega o del juicio final.
Me imagino un campo de Castilla en estos momentos cuando la siega está en su apogeo. Han transcurrido bastantes meses desde la siembra y el labrador ha contemplado su campo con esperanza de una buena cosecha. Ha realizado todo lo que depende de él para que la cosecha llegue a su fin. Y el final, ya está.
Así está haciendo Dios con la humanidad, (aquí podemos colocar: nación, pueblo, comunidad, yo mismo, tu vida, etc…) Dios tiene una paciencia inmensa, es Él fiel. ¿Y yo, y tú? ¿Cómo se desarrolla nuestra existencia cotidiana? Dios sigue caminando a nuestro lado, ve lo malo y lo bueno crecer juntos en este caminar, pero Él, no está de brazos cruzados simplemente esperando,…como tampoco nosotros podemos actuar pensando solamente en el dramatismo de esos tres últimos versículos de Mateo si es así; nos estaríamos perdiendo lo mejor de haber sido salvados. No podemos aceptar el vivir alejados de la vida de Dios. De nosotros depende.