Lunes 18 de septiembre de 2023
Reflexión del Evangelio de San lucas 7, 1-10
Autor. Padre Asdrubal de Jesús Zeledón Ruiz.
Queridos hermanos, el Evangelio de este día, Jesús nos muestra la infinita misericordia, que Dios tiene a aquellos que le buscan con sincero corazón. En la vida todos en algún momento hemos vivido momentos difíciles, y nadie está preparado para vivirlos sin embargo, Dios con su infinita misericordia nos puede sorprender.
Por ello, me gustaría reflexionar con ustedes dos actitudes que resaltan en el Evangelio: la actitud del oficial romano y la actitud de los ancianos judíos.
- La actitud del oficial romano
Esta primera actitud es de confianza, confía plenamente en Dios, está convencido que Jesús puede hacer algo por el criado que está en cama, a quien ama mucho, le basta tener fe y confianza en el Señor. La fe de este soldado se convierte en humildad y confianza en el Señor.
Si nos detenemos ante la situación que vive este oficial romano, nos damos cuenta que está pasando un momento difícil, a él solo le queda confiar, creer y esperar en el Señor.
- La actitud de los ancianos judíos
Los ancianos judíos le ruegan a Jesús, «Mereces que le concedas ese favor, pues quiere a nuestro pueblo y hasta nos ha construido una sinagoga» vv. 4-5. Según el texto era un soldado bueno, había hecho favores a la comunidad, y la súplica de los ancianos, hacen que Jesús se ponga en camino, mientras va de camino a casa del oficial, envía a unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes, porque no soy digno que entres en mi casa […] Con que digas una solo palabra y mi criado quedará sano» v. 6. Este soldado es indigno, reconoce que su disciplina como soldado muestra rigor y exigencia, «por eso ni me atreví ir personalmente a verte».
La misericordia de Dios es grande, nos dirá el salmo: «No nos trata como merecen nuestras culpas, ni nos paga según nuestros pecados» (Sal 102, 10) El Señor perdona nuestros pecados y curas tus enfermedades, nos colma de amor y de ternura.
Así es Dios con nosotros, su amor y su misericordia tienden a ser la mejor expresión para valorar a otras personas indeseables. Dios, no nos ve con los ojos que mira nuestra sociedad, ve la actitud y el deseo del corazón, «con que digas una solo palabra, mi criado quedara sano» v.7. Todo lo que recibimos de Dios, es la bondad y misericordia infinita.
Señor Jesús, yo tampoco soy digno, pero una palabra tuya bastará para sanarme. Ayúdame a confiar y esperar en la adversidad. Así sea. ¡Para bien de la Iglesia y nuestra salvación!