Santa Juana de Arco

El 30 de mayo de 1431, con unos 19 años, Juana de Arco murió quemada en la hoguera de la plaza de Ruán.
Fue beatificada en 1909 y canonizada en 1920, convirtiéndose en la patrona de Francia y en símbolo de la unidad nacional.

Mientras su país estaba en plena guerra, Juana de Arco comenzó a experimentar una serie de sucesos que calificó como divinos. Con tan solo 13 años, la joven Juana aseguro haber visto a San Miguel, Santa Catalina y Santa Margarita.

Estas visiones cambiaron el destino de la doncella. Según se cree, estas visiones le ordenaron llevar una vida “devota y piadosa”. Años más tarde, fue Dios el que la encomendó otra misión: ayudar a Francia a recuperar el trono.

En torno a 1428, Juana de Arco partió hacia Vaucouleurs, lugar en el que se encontraban las tropas de Carlos VII. La joven guerrera pidió alistarse en sus filas, pero la rechazaron. Sin embargo, no aceptó un no como respuesta.

En 1429, Juana de Arco, bajo órdenes divinas, dirigió el ejército de más de cinco mil hombres que le confió el heredero francés a la victoria en Orleans.

Este hecho permitió que Carlos VII fuera coronado de manera simbólica como rey de Francia en Reims.

Gracias a la victoria comandada por Juana de Arco, Francia comenzó a aventajar a Inglaterra. Poco a poco fue recuperando territorios hasta que, finalmente, reconquistó Francia, aunque eso no lo vería la joven doncella.

El 24 de mayo de 1430, fue capturada por el duque de Borgoña. Tiempo después fue vendida al ejército inglés para que fuera procesada. Juana de Arco fue trasladada a Ruán y juzgada por un tribunal eclesiástico.

Durate este proceso, la joven francesa declaró que las voces que oía procedían de los santos y de Dios. Sin embargo, el tribunal la acusó de brujería y afirmó que las voces a las que hacía referencia eran del diablo.

S. FELIPE NERI, SACERDOTE, FUNDADOR DE LA CONGREGACIÓN DE LOS SACERDOTES DEL ORATORIO

 

Cuando Felipe Neri llegó a Roma en 1534, fue como si se encendiese una luz en la oscuridad de la miseria que anidaba entre las glorias del Ara Pacis y los brillantes mármoles de los palacios de la nobleza.
Esto lo hizo “apasionado anunciador de la Palabra de Dios”, como recuerda el Papa Francisco en su mensaje con motivo del V centenario de su nacimiento. Este fue el secreto que hizo de él un “cincelador de almas”. Su paternidad espiritual, observa el Papa, “se transparenta en todo su obrar, caracterizado por la confianza en las personas, por el rechazo de los tonos hoscos y enfadados, por el espíritu de fiesta y alegría, por la convicción de que la gracia no suprime la naturaleza sino que la sana, fortalece y perfecciona”.
“Gracias al apostolado de san Felipe –reconoce el Papa Francisco- el compromiso por la salvación de las almas volvió a ser una prioridad en la acción de la Iglesia; se comprendió nuevamente que los pastores debían estar con el pueblo para guiarlo y sostener su fe”.

Santa Maria Magdalena de Pazzi

Santa Maria Magdalena de pazzi nacio en 1566 en el seno de una familia noble de florencia italia siguiendo su vocación religiosa uniendoce alas carmelitas dezcalzas a sus 16 años recibió el habito en 1583.En mayo del 1584 enfermó gravemente y se temia que no se recuperara,por lo que hizo su profesión como religiosa.Ella enseñaba que el sufrimiento lleva a un profundo nivel espiritual y ayunos y duras penitencia,pasando muchos dias sin probar bocado y entraba sin descanso a la oración.

Tras tres años de invalidez y padeciendo grandes sufrimiento,murio el 25 de mayo de 1607.Despues de su muerte se le adjudicarón innumerables milagros por lo que se beatificada en 1626 y canonizada el 28 de abril de 1669.Su cuerpo permanece incorrupto en la iglesia de santa maria de los angeles florencia.Este óleo sobre tela titulada en el corazón de santa teresa fue elaborado en el siglo XVII y se exhibe en el museo nacional del virreinato coml la pintura el la mediateca.

Reflexión del Evangelio del día Evangelio de San Juan 15,12-17

VIERNES DE LA 5ta SEMANA DEL TIEMPO PASCUAL

Reflexión del Evangelio del día

Evangelio de San Juan 15,12-17

Las relaciones entre Jesús y los discípulos asumen una intensidad particular en esta breve perícopa, donde se afronta el tema del mandamiento del amor fraterno: «Amaos los unos a los otros como yo os he amado».

Los mandamientos que debe observar la comunidad mesiánica están compendiados en el amor fraterno. Este precepto del Señor glorifica al Padre. Supone vivir como verdaderos discípulos y dar como fruto el testimonio. Ahora bien, la calidad y la norma del amor al hermano son una sola: el amor que Jesús tiene por los suyos, un amor que ha llegado a su cima en la cruz. La cruz es el ejemplo de la entrega de Jesús hasta el extremo por sus discípulos: ha entregado su propia vida por aquellos a los que ama. Lo que desea, a cambio, de los suyos es mandamiento siguiendo su ejemplo. La riqueza del amor que une a Jesús con los suyos, y a los discípulos entre ellos es, en consecuencia, total y de una gran calidad.

El Maestro, al hacer partícipes a sus discípulos de los secretos de su vida, ha hecho madurar en ellos el seguimiento, les ha hecho comprender que la amistad es un don gratuito que procede de lo alto. La verdadera amistad se sitúa en el orden de la salvación. Jesús ya no es para ellos el señor, sino el Padre y el confidente, y ellos ya no son siervos, sino amigos. Convertirse en discípulo de Jesús es don, gracia, elección y certeza de que nuestras peticiones dirigidas al Padre en nombre de Jesús serán escuchadas.

«Mi mandamiento», el que resume todos los otros, el que distingue a un discípulo de Jesús de todos los demás, el que Juan llamará también «mandamiento nuevo», el típico e inconfundible de Jesús, es sencillo y exigente: «Amaos los unos a los otros como yo os he amado». Seguir a Jesús consiste en amar al hermano hasta dar la vida por él, precisamente como hizo Jesús, el Hijo que bajó para dar la vida por mí.

Dar la vida no significa sólo «morir» por los hermanos. Puede ser incluso hermoso y deseado, en ciertos momentos en que sentimos en nosotros un particular impulso de generosidad. Dar la vida significa gastar nuestra propia vida para que sean felices los que viven junto a mí. Significa que cada mañana debo preguntarme cómo puedo hacer para no ser una carga para los que viven conmigo. Significa soportar sus silencios y sus malas caras, aceptar los límites de su carácter, no extrañarse de sus contradicciones ni de sus pecados. Significa aceptar a mi prójimo tal como es, y no tal como debería ser.

Ayúdanos Señor a tomar en serio tus mandamientos a poder vivir la fraternidad con mis hermanos. Ayúdame a ser más humano y más hermano. Amen.

San Bernardino de Siena

Fue un fraile francisco, que nace en una familia cristiana, teniendo tres años muere su madre y tres años después su padre, lo que implicó que tuviese que vivir con una tía.
Habiendo estudiado, ingresa a la Orden de Frailes menores de la observancia, en donde dona todos sus bienes, aunque poco se sabe de él, fue un hombre que durante la epidemia de aquella epoca trabajo incesantemente por la salud de sus hermanos, y se destaca que era un hombre con un gran don de predicación, lo cual lo llevaba a ser admirado por muchos pueblos, fue un mediador de la paz cuando en su país, Italia, estaban en conflictos, rechazó tres veces el episcopado para llevar una vida de misión y de predica, y así muere en 1444, y se dice que su tumba siguió sangrando hasta que se detuvo la guerra.
Sigamos el ejemplo de este hermano menor, quien procuró anunciar siempre la buena nueva de salvación y una lucha exhaustiva por la paz entre los hermanos.