
En su tierra natal Desenzano, se dedicó a asistir a los pobres y a catequizar a las niñas. Convierte su casa en una suerte de escuela, convencida de que la instrucción era la mejor ayuda para quienes poseían poco o nada, de que era la herramienta más adecuada para una vida feliz, ayudar a la Iglesia y, por supuesto, obtener la vida eterna.
Santa Úrsula se le aparece y Ángela la nombra patrona de la fundación. Santa Úrsula, la doncella que murió martirizada en el siglo IV, a quien Ángela terminó profesando un gran cariño y devoción. A través de los santos, o gracias a ellos, en el corazón de Ángela iba naciendo el deseo de entregar la vida a Dios por completo.
En sus últimos escritos cito «Les ruego», se lee en su testamento espiritual, destinado a las Ursulinas
esmérense para no querer obtener nada por la fuerza, porque Dios ha dado a todos libre albedrío y no quiere obligar a nadie, sino que sólo propone y aconseja».