San Carlos Borromeo, Arzobispo de Milán y Cardenal

Quienes se encuentran a orillas del Lago Mayor, la ven inmediatamente: es la estatua de san Carlos Borromeo que domina las aguas de Arona. De treinta y cinco metros de altura, incluyendo la base, construida en el siglo XVII, la escultura representa al Arzobispo de Milán en el momento de bendecir al pueblo. Pero este monumento tiene una particularidad: se puede visitar desde dentro gracias a una larga escalera. Desde lo alto se puede admirar el espléndido panorama a través de dos orificios hechos justo en correspondencia con los ojos de la estatua. Y aquí está la enseñanza que dejó este santo: mirar al mundo con los ojos de la caridad y de la humildad de Cristo, del Buen Pastor, como hizo él.

De «obispo precoz» a «gigante de la santidad»

Carlos nació el 2 de octubre de 1538 en Arona, en el seno de la rica, noble y muy influyente familia Borromeo. Fue el segundo hijo de Gilberto y Margarita y, a tan sólo 12 años recibió el título de «Comendador» de una Abadía benedictina local. El título honorífico le reportó una renta considerable, pero ya desde entonces Carlos decidió dedicar sus bienes a obras de caridad hacia los pobres. A los 22 años su tío, el Papa Pio IV lo nombró cardenal, y pocos años después también fue nombrado obispo y arzobispo a una edad insólita.

El Concilio de Trento

Estudió derecho canónico y derecho civil en Pavía y en 1559, a la edad de 21 años, se convirtió en doctor in utroquejure. Unos años después murió su hermano mayor Federico. Muchos le aconsejaron que dejara los encargos eclesiásticos para ocuparse mejor de los intereses de la familia. Carlos sintió en cambio que su vocación era la de servir a sus hermanos mediante el ministerio sacerdotal: en 1563, a la edad de 25 años, fue ordenado sacerdote e inmediatamente después consagrado obispo. Luego, con tal autoridad eclesiástica, participó con gran competencia en las etapas finales del Concilio de Trento (1562-1563), convirtiéndose en uno de los principales promotores de la llamada «Contrarreforma» y colaborando en la redacción del «Catecismo Tridentino».

Arzobispo de Milán a sólo 27 años de edad

Para poner inmediatamente en práctica las indicaciones del Concilio, que exigía que los Pastores residieran en sus respectivas diócesis, en 1565, a la edad de sólo 27 años, Carlos tomó posesión de la Arquidiócesis de Milán, de la que había sido nombrado Arzobispo. Su dedicación a la Iglesia Ambrosiana fue total: hizo tres visitas pastorales a todo el vastísimo territorio, organizándolo en distritos. Fundó seminarios para ayudar a reformar a los sacerdotes, construyó iglesias, escuelas, colegios, hospitales, estableció la Congregación de los Oblatos, sacerdotes seculares, y donó su patrimonio familiar a los pobres.

«Las almas se conquistan de rodillas»

Al mismo tiempo, Carlos se dedicó a unir la acción y la contemplación para reformar profundamente la Iglesia desde dentro. Después del cisma provocado por la Reforma luterana, la Iglesia católica se hallaba en un período particularmente crítico. El joven arzobispo no tuvo miedo de defender la Iglesia contra la interferencia de los poderosos, ni tampoco le faltó valor para renovar las estructuras eclesiales, sancionando y corrigiendo algunas de sus deficiencias. Consciente de que la reforma de la Iglesia, para ser creíble, debía partir precisamente del testimonio de sus Pastores, Borromeo animó a los sacerdotes, religiosos y diáconos a experimentar la fuerza de la oración y de la penitencia, transformando sus vidas en un verdadero camino de santidad. «Las almas», repetía a menudo, «se conquistan de rodillas».

«Que los pastores sean siervos de Dios y padres del pueblo»

Su intensa acción pastoral, profundamente estimulada por el amor de Cristo, no le ahorró hostilidades y resistencias. Los llamados «Humillados» -que se oponían a las reformas- organizaron un ataque armado contra él: le dispararon por la espalda con un arcabuz, mientras Carlos estaba recogido en oración. Por fortuna, el ataque fracasó y Carlos continuó su misión, porque «deseaba que los pastores fueran siervos de Dios y padres del pueblo, especialmente de los pobres» (Papa Francisco, Audiencia a la Comunidad del Pontificio Seminario Lombardo en Roma, 25.01.2016).

La peste de Milán

En la década de 1570, la plaga de la peste se extendió tanto que las ciudades de Venecia, Trento y Milán estaban doblegadas por la epidemia y la hambruna, y sólo podían contar con la ayuda de su arzobispo. Y Carlos no se amedrentó: fiel a su lema episcopal, «Humilitas«, entre 1576 y 1577 suspendió las peregrinaciones y visitó, consoló y gastó todos sus bienes para ayudar a los enfermos. Su presencia entre la gente fue constante, hasta el punto de que el período histórico será recordado como el tiempo de la «peste de san Carlos» y siglos más tarde incluso Alejandro Manzoni hablará de ello en el capítulo XXXI de su famosa novela «Los Novios».

En peregrinación a la Sábana Santa

El arzobispo de Milán era muy devoto del Santo Sudario o Sábana Santa, y desempeñó un papel fundamental para que fuera trasladada de Francia a Italia. En efecto, para evitar que Borromeo, ya muy enfermo, tuviera que ir a Francia, fueron los Duques de Saboya, en 1578, quienes accedieron a transportar la Sábana Santa desde el Castillo de Chambéry, en Francia, a Turín, donde se halla desde entonces. De todos modos, Borromeo hizo una peregrinación a pie caminando durante cuatro días desde Milán hasta Turín, ayunando y rezando, para orar ante la imagen impresa en la Síndone.

El «Sepulcro» en la Catedral de Milán

Agotado por los grandes esfuerzos afrontados en sus duros viajes y por las diversas pruebas que tuvo que superar en su trabajo pastoral, poco a poco su físico comenzó a ceder y en noviembre de 1584 se rindió: Carlos murió a sólo 46 años, pero dejó un inmenso legado moral y espiritual. Fue beatificado en 1602 por Clemente VIII y luego canonizado en 1610 por Pablo V. Desde entonces, sus restos descansan en la cripta del Duomo de Milán, en un sepulcro cubierto con sutiles paneles de plata que retratan algunos episodios de su vida.

San Antonio Maria Claret

San Antonio María Claret nació en España para el año 1807, como sacerdote tuvo la misión de evangelizar 15 años en el norte de España. En Cuba estaba la persecución a la iglesia católica mas no tenían arzobispo por más de 14 años y es nombrado por el Santo Padre IX Arzobispo de Cuba durante 7 años luchando contra la esclavitud que se vivía en este tiempo.

Regreso a España con el nuevo servicio de ser el capellan de la Reina Isabel II del mismo país no con el objetivo de gozar bienes si no que su presencia como sacerdote influye espiritualmente lo que mejoro la situación moral y religiosa de la corte. La Reina lo nombra protector de la Iglesia y del Hospital de Monserrat. Lo que también influyo que sufriera persecución política, sin pedir algun beneficio material por su servicio el siempre vivio en la austeridad y la pobreza.

Preocupado por el anuncio del Evangelio a la gente, reunió a varios sacerdotes que compartían su sensibilidad misionera, funda la comunidad de los Claretianos tanto para hombres como para mujeres conocida como Misioneros del Corazón de María identificándose como evangelizadores al estilo de los Apóstoles con una singular relación con el Corazón de María, a quien reconocemos como Madre y Formadora dando testimonio de su vivencias y el amor por la palabra de Dios en sus vidas.

La vocación puede vivirse de tres formas: como Hermanos (religiosos laicos), como Diáconos y como Presbíteros (sacerdotes). Cada quien vive y expresa su condición de religioso claretiano a través del don que ha recibido por Gracia de Dios Existen más comunidades misioneras en 60 países en el mundo.

Partió a la patria celestial a la edad de 60 años en Francia.

San Juan Pablo II

Carol José Wojtyła nació en Wadowice, Polonia, en 1920. Su familia y su infancia están marcadas por varios lutos. En 1939, cuando la Alemania nazi invadió Polonia, el Tercer Reich cerró la Universidad Jagellónica de Cracovia a la que asistía, por lo que el joven Carlos comenzó a trabajar primero en una cantera y luego en la fábrica de productos químicos para ganarse la vida y evitar la deportación a Alemania. Desde 1942, sintiéndose llamado al sacerdocio, asistió a los cursos de formación del seminario mayor clandestino de Cracovia, dirigido por el arzobispo Adam Stefan Sapieha.

Pastor en una Polonia finalmente libre

Después de la guerra, Carlos pudo continuar sus estudios en el seminario mayor de Cracovia y en la Facultad de Teología de la Universidad Jagellónica, hasta su ordenación sacerdotal en 1946. En 1948 recibió su primer encargo en Polonia: coadjutor en la parroquia de Niegowić, cerca de Cracovia, y luego en la parroquia de San Florián en la ciudad. Fue capellán de estudiantes universitarios hasta 1951, y después enseñó Teología Moral y Ética en el seminario mayor de Cracovia y en la Facultad de Teología de Lublin. El 13 de enero de 1964 fue nombrado arzobispo de Cracovia por el Papa Pablo VI, quien lo creó cardenal tres años después. Inmediatamente después participó en el Concilio Vaticano II donde hizo una importante contribución a la redacción de la constitución Gaudium et spes.

El primer polaco sucesor de San Pedro

Con la muerte prematura de Juan Pablo I, contra todo pronóstico Carlos Wojtyła fue elegido Papa el 16 de octubre de 1978. Fue el primer Papa no italiano después de 455 años, desde la época de Adriano VI, el primer polaco de la historia y también el primer Pontífice de un país de habla eslava. Su pontificado comenzó inmediatamente a reunir primados: sus viajes apostólicos por el mundo, expresión de la constante preocupación pastoral del sucesor de Pedro por todas las Iglesias, fueron 104; ayudado por las 11 lenguas que conocía, Juan Pablo II trabajó siempre para construir puentes de relaciones entre las naciones y las diferentes religiones, en el signo del Ecumenismo, verdadero faro del que se guió durante todo su largo pontificado. En Italia, realizó 146 visitas pastorales y, como Obispo de Roma, visitó 317 de las 332 parroquias actuales de Roma.

Un ministerio verdaderamente universal

Su solicitud como pastor se expresó, además, en el establecimiento de numerosas diócesis y circunscripciones eclesiásticas, en la promulgación de los Códigos de Derecho Canónico Latino y de las Iglesias Orientales, en el Catecismo de la Iglesia Católica. Proponiendo al Pueblo de Dios momentos de particular intensidad espiritual, inauguró el Año de la Redención, el Año Mariano y el Año de la Eucaristía, así como el Gran Jubileo del 2000. Para acercarse a las nuevas generaciones aceptó la sugerencia del S.D. Cardenal Pironio de inciar las Jornadas Mundiales de la Juventud, que comienzaron con aquella primera reunión en Roma el 31 de marzo de 1985 y que a partir de entonces se celebrará cada dos años en una ciudad diferente del mundo elegida por el Papa, adquiriendo cada vez mayor importancia. Ningún Papa, por lo tanto, se ha encontrado con tanta gente como Juan Pablo II: más de 17 millones 600 mil peregrinos asistieron a las Audiencias Generales de los miércoles (más de 1160), sin contar todas las demás audiencias especiales y ceremonias religiosas y los millones de fieles a los que les dio la mano y les hizo una caricia durante sus visitas pastorales en Italia y en todo el mundo.

El atentado en la Plaza de san Pedro

Juan Pablo II sufrió un grave atentado en la Plaza de san Pedro el 13 de mayo de 1981 cuando saludaba a la multitud reunida para la audiencia y fue herido por el disparo de una pistola. Después de una larga convalescencia en el hospital fue a visitar a su agresor a la prisión, al turco Ali Agca. Allí Juan Pablo II lo perdonó y sostuvieron una larga conversación. Como un signo de su agradecimiento a Dios por haber sido salvado gracias a la mano materna de la Madre de Dios, el Papa hizo que el proyectil disparado se colocara en la corona de la estatua de Nuestra Señora de Fátima; proyectil que recordara también que Dios lo había sido salvado justamente el mismo día de la fiesta de las apariciones de Fátima. Consciente de haber recibido una nueva vida, desde ese entonces Juan Pablo II intensificó sus compromisos pastorales con una generosidad heroica.

Documentos y textos

El Papa, en su largo pontificado, también firmó varios documentos que más tarde entraron en el Magisterio de la Iglesia. Entre los principales se encuentran 14 Encíclicas, 15 Exhortaciones Apostólicas, 11 Constituciones Apostólicas y 45 Cartas Apostólicas. Se trata de dos encíclicas sobre el tema del trabajo y la doctrina social como la Laborem exercens de 1981 y la Centesimus Annus de 1991, en el centenario de la Rerum Novarum de León XIII. Recordamos también la Constitución Apostólica Pastor bonus de 1988 que renovó la organización de la Curia Romana y las tareas de los distintos dicasterios. Al Papa Juan Pablo II se le atribuyen también 5 libros: Cruzando el umbral de la esperanza (octubre de 1994); Don y misterio: en el Cincuentenario de mi sacerdocio (noviembre de 1996); Tríptico romano, Meditaciones en forma de poesía (marzo de 2003);!! ¡Levantaos! ¡Vamos! (mayo de 2004) y Memoria e identidad (febrero de 2005).

La muerte y el culto

Juan Pablo II murió en Roma, en el Palacio Apostólico del Vaticano el sábado 2 de abril de 2005, a las 9:37 p.m., en la víspera del domingo en Albis o Solemnidad de la Divina Misericordia, fiesta instituida por él. Su pontificado fue el tercero más largo de la historia, después del de Pedro y Pío IX. Los solemnes funerales en la Plaza de San Pedro se celebraron el 8 de abril con una multitud de gente nunca vista antes en Roma. Beatificado en 2011 por su sucesor inmediato Benedicto XVI, fue canonizado por el Papa Francisco el 27 de abril de 2014.

San Pedro de Alcántara (20 de octubre)

 

Juan de Garavito y Vilela de Sanabria, o mejor conocido como San Pedro, nació en el año de 1499 España, en una provincia de Cáceres llamada “Alcántara”. Para ese entonces su padre era un gobernador de dicha región y su madre provenía de una buena familia. Ambos se identificaban por su buena misericordia ante la sociedad.
Después de un tiempo este Santo comenzó su vida académica, luego curso la universidad en Salamanca, después de varios conocimientos y pensamientos, tuvo la inquietud en la vida Franciscana, esto porque los consideraba personas sencillas y humildes, poco vanidosas ante la humanidad. Lo que le impulso poder solicitar el permiso de ser admitido en dicha vocación, donde estuvo estrictamente disciplinado.

Estando en el convento, su primer paso fue el noviciado, donde tuvo que hacer servicio social dentro de ellos, lo que normalmente se hace en un hogar, limpieza, cocina, entre otros. Cabe recalcar que sufría muchos regaños porque era muy desconcentrado, lo que le provoco la disminución de alimentación, las noches eran de insomnio, cada minuto era una eternidad para él, eran días de tortura, y lo único que lo podía consolar era la oración y meditación por la noche, con Jesús Sacramentado. (Es por ello que los guardias recurren a él, por protección). Sin embargo, logro lo que Dios quería para él, se convirtió en un fraile franciscano O.F.M. En el servicio de ser superior en varios conventos.

Muchos de sus súbditos y personas oyentes, lo admiraban por el maravilloso don que Dios le había regalo, pues se destacaba mucho en la “Predicación” eran un hombre sabio, le gustaba conversar con la gente humilde, decía el que eran las personas que deseaban de todo corazón la conversión. Estuvo en un convento de lapa, que durante sus tiempos libres escribió un libro, que era muy estimado por Santa Teresita y San Francisco de Sales.
San Pedro de Alcántara, amaba mucho el sufrimiento por amor a Dios, tanto así que fundo una nueva congregación, le llamo “Estricta observancia” aceptaba por el Pontífice Romano. Esto con el objetivo de que la penitencia sea medio de salvación para quienes lo deseen.

El ayudaba mucho a la congregación de Teresa, en las Carmelitas, así mismo, esa comunidad se fue expandiendo.
San Pedro de Alcántara muere el 18 de octubre de 1562 y al día siguiente fue sepultado a los pies de la Ermita de San Andrés, iglesia del convento franciscano que pocas fechas antes el mismo fundo.

Fue beatificado en 1622 por Gregorio XV y canonizado en 1669 por Clemente lX.
Como parte de la conmemoración de 450 años después de su muerte, la misma comunidad franciscana del Santuario San Pedro, realiza jornadas franciscanas.

Santa Úrsula

Bellísima hija de un rey Bretón del siglo IV, Úrsula aceptó casarse con un rey pagano con la condición de que aceptase la fe cristiana. Partió a su futura boda en Colonia con 11 vírgenes – que por un error se transcribieron como 11.000 – pero el encuentro con los Hunos de Atila causó su martirio.