Mt 23,23-26
“Justicia, misericordia, fidelidad”
El texto del evangelio que hoy leemos en la liturgia de la Palabra, es duro y muy claro. Las falsas apariencia, los acuerdos para el propio beneficio, el abuso de autoridad y lasinjusticias no tienen nada que ver con lo que Jesús enseña ni con la Ley judía. Jesús se presenta como el profeta que denuncia a los escribas y fariseos hipócritas, pero Mateo va más allá y resalta cómo esos que se dicen maestros no son los que verdaderamente enseñan la verdad, sino que el único Maestro es Jesús. Porque él [Jesús], enseñanza la justicia, la misericordia y la fidelidad.
La ceguera de los fariseos y de los maestros de la Ley se manifiesta de modo particular en el legalismo exterior. El primer «ay», insiste en la ceguera de quien se preocupa por observar escrupulosamente las prescripciones más minuciosas de la Ley y descuida, a continuación, las exigencias fundamentales de la voluntad de Dios. Los hipócritas, cuando observan la Ley, no piensan ni en amar a Dios ni en amar al prójimo, no se preocupan de las actitudes fundamentales que derivan de este núcleo esencial, no se interrogan sobre la justicia, la misericordia y la fidelidad. Lo único de lo que se preocupan es de la exactitud escrupulosa e incluso obsesiva.
Jesús exhorta que lo importante es la pureza del corazón, que permite al hombre ver a Dios, y no tanto la limpieza exterior, que lleva a la autocomplacencia. El esmero exterior debe seruna irradiación natural de la belleza interior y no unacobertura que esconde un interior “lleno de rapiña yambición”. El fin de los “ay”, es dejar en evidencia a aquellos que solamente se dedican a interpretar los textos de la Ley, a cumplirlos ellos con mucha ridiculez e intereses, y a exigir que los demás los cumplan hasta la extenuación especialmente los más débiles e indefensos. Es genial la comparación: “¡Guías ciegos, que filtran el mosquito y setragan el camello!”. De los animales declarados impuros en la ley mosaica, el mosquito es el más pequeño y el camello el más grande.
La invitación es clara, no hay que seguir a aquellos maestros que se desautorizan a sí mismos con su actitud y testimonio de vida, sino al verdadero Maestro, que es Jesús. ¿Y por qué, qué hace Jesús? Jesús cuida lo verdaderamente importante, la dignidad de todo ser humano, el amor misericordioso de un Dios que es Padre, “el derecho, la compasión y la sinceridad”.
En Cristo,
José Bismar Villagra Barrera
Egresado de teología