Reflexión del evangelio San Lc 1, 39-56

Martes 15 de agosto de 2023

Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María

En este hermosísimo pasaje, san Lucas nos ha retratado el interior de María Santísima. En él, expresa lo que sentía y pensaba, no sólo de Dios en sí mismo y su actuación para con su pueblo, sino la profunda relación que mantenía con él y que es el motor de toda su vida.

María se presenta como la Sierva del Señor y es, por ello, que su alegría más grande, está en alabar a Dios y servir a sus hermanos. Si hoy nuestra sociedad se ha vuelto más egoísta y distante, sobre todo de los necesitados, es porque se ha distanciado de Dios, porque no encuentra su alegría en alabarle, porque su relación con él es pobre y fría.

Es necesario que volvamos a encender el fuego del amor a Dios en nuestros corazones, que nos demos tiempo en nuestro agitado día para orar, para visitarlo en los sagrarios, para comulgar con más frecuencia, para reconciliarnos sacramentalmente; en fin, para crecer en nuestra amistad con el Señor. Sólo de esta manera el fuego de Dios en nuestro corazón, como en María, se transformará en caridad.

En Cristo,

Pbro. José Bismar Villagra, Asesor Vocacional

Reflexión del Evangelio de San Mateo 14, 22-36

Martes 08 de agosto de 2023

XIV Semana del tiempo ordinario.

Reflexión del Evangelio de Mateo 14, 22.36.

Imagen: Crédito a Diego Javier Fares. S.J

Crédito. Diego Javier Fares. Hoy decir que se tiene fe cuando todo marcha sobre ruedas, cuando la economía florece, cuando la salud no se quebranta, cuando el mundo abre sus flores para nosotros, ciertamente es fácil.

Sin embargo, la verdadera fe se prueba desafiando el mar, confiando ciegamente en el poder, el amor y la misericordia de Dios. La verdadera fe es la que nos hace permanecer de pie en medio del mar cuando las olas y el viento se embravecen; cuando se pierde la salud, los negocios se tambalean, la fama y el honor se deterioran y se pone en juego todo lo que tenemos.

El evangelio de hoy nos hace ver lo que significa creer que Jesús es verdaderamente, como lo reconocerán al final los demás, «el Hijo de Dios». Pedro desafía el mar y el viento, se dispone a hacer lo que parecería imposible para un hombre, pero confiado en la palabra de Jesús que le ha dicho «ven», se lanza a la aventura de la fe. La prueba es fuerte y la fe se debilita, sin embargo, Jesús está cerca de él y jamás permitirá que su intento fracase.

En medio de nuestras pruebas, de nuestros hundimientos y naufragios, Jesús está ahí, para darnos una mano y llevarnos de nuevo al puerto. Jesús nos llama a hacer lo que parece ser imposible para el hombre: ser santos. Baja de la barca de tu seguridad y camina hoy hacia Él.

En Cristo,

Pbro. José Bismar Villagra Barrera

Asesor Vocacional de la Diócesis de Jinotega

Reflexión del Evangelio de San Mateo 14,1-12

Sábado 05 de agosto de 2023

Reflexión del Evangelio de San Mateo 14,1-12

XVII Semana del Tiempo Ordinario. Ciclo A

Autor. Padre Asdrubal de Jesús Zeledón Ruiz.

Queridos hermanos, reciban gracia y paz de Dios nuestro Padre y de Cristo Jesús, el Señor.

El Evangelio de este día nos relata la triste historia del asesinato de Juan el Bautista. Juan el Bautista, vivió la experiencia de  cárcel por haber denunciado el pecado y la injusticia, él dice la verdad con certeza. Herodes tiene por mujer a Herodías, la mujer de su hermano Filipo, pues Juan le decía: “No te está permitido tenerla por mujer

En Juan, podemos ver la valentía, el coraje que le traerá consigo las consecuencias por haberle dicho la verdad, la proclamación de la Palabra de Dios, lo compromete con su propia vida. Aceptar la verdad nos permite alcanzar el valor de la humildad, reconocer la debilidad. Es humano equivocarse, sí, pero humilde quien reconoce sus propios errores.

Cuando alguien se acomoda a un pecado, Herodías, desairada con Juan el Bautista, le caía mal, busca la ocasión para terminar con su vida, ella, (Herodías) construye un drama,  de rencor, resentimiento, complacencia y venganza. El odio y el rencor nublan el corazón; no podemos permitir este tipo de mal en la vida, pues hace mucho daño a quien lo provoca.

Hoy, también nosotros como cristianos nos podemos preguntar. En la vida cristiana, ¿en la vida me dejo ayudar, reconociendo mis propios errores? ¿He sido humilde en aceptar la verdad?

Dios nos conceda la gracia de recocer los errores, Él nos pide coherencia y testimonio, en la familia, en la Iglesia y la sociedad en la que vivimos.

¡Para bien de la iglesia y nuestra propia salvación! Amén.

Imagen, crédito a EWTN

Reflexión al Evangelio, fiesta del apóstol Santiago

Reflexión al evangelio de hoy Martes, fiesta del apóstol Santiago

Imagen, crédito a EWTN

Imagen, crédito a EWTNEn el evangelio, vemos que una de las imperfecciones que causan mucho retraso en la vida espiritual y que se mezclan de manera muy sutil en nuestra vida, es la envidia.

Es increíble que, aún como cristianos, no sepamos alegrarnos de los bienes y de las bendiciones que reciben nuestros hermanos, sino que, en ocasiones, incluso sentimos hasta coraje de que Dios los haya bendecido. Y esto no sólo en el plano económico sino, como nos lo presenta hoy el Evangelio, en el ámbito social, que se extiende al religioso. Esto, como nos lo dice Jesús, es entendible que se presente entre los paganos, en los que no están llenos del amor de Dios pero, ¿en nosotros? lógicamente esto genera críticas y enemistades.

Qué diferente sería nuestra vida, si al ver que uno de nuestros hermanos recibe una bendición, diéramos gracias a Dios por ser bueno, aun con los que «según nosotros» no merecerían tal o cual favor; o si en lugar de entristecernos, nos alegráramos al compartir la felicidad de quien se ha visto favorecido con un don o con una gracia; si en lugar de desacreditar a nuestro hermano, buscando todos sus defectos, reconociéramos que nosotros no somos mejores y que Dios, como Padre bueno da a cada uno, no como merece sino sobre la base de su infinito amor, seguramente nuestra vida estaría llena de paz y de alegría. Cambia tu actitud y «verás qué bueno es el Señor».

En Cristo,

Pbro. José Bismar Villagra, responsable de la Pastoral Vocacional.

Reflexión del Evangelio Mt 12, 38-42.

Reflexión del Evangelio Mt 12, 38-42. XVI Semana del Tiempo Ordinario. Ciclo A.

Por el Pbro. Asdrubal de Jesús Zeledón Ruiz.

Queridos hermanos, ¿somos testigos de los milagros realizados por Jesús en nuestra vida? El Evangelio de este día, los letrados y fariseos pedían un milagro para creer en Él, «Maestro queremos verte hacer una señal prodigiosa» Mt 12, 38. Tan testarudos nos comportamos con el Señor, que nos cuesta creer en los signos y prodigios.

Hay quienes hacen las veces de los fariseos, pedimos a Dios un milagro y si Dios no lo concede, nos enojamos con Él y perdemos la fe, tenemos que confiar siempre en el Maestro, el Mesías el Hijo de Dios.

Jesús que había hecho ya tantos milagros en favor de los enfermos, apela ahora a no dar otro signo, más que el signo del profeta Jonás, que estuvo tres días en el vientre del cetáceo, igual el Hijo del Hombre estará tres días y tres noches en el seno de la tierra, Jesús evoca al signo máximo de su persona la Resurrección después de la muerte.

Como está nuestra fe, los milagros de Dios vienen a confirmar una fe inicial que ya existe, con la sola presencia de Jesús, era el gran signo de Dios, una gran señal de la presencia de su Reino entre nosotros, pero fueron muchos los que le rechazaron.

Jesús ha hecho grandes cosas en tu vida, te ha rescatado del pecado, cuantas veces te acercas al sacramento de la penitencia y te ha perdona, vivimos de la Eucarística, sacramento de vida eterna, y continúa haciendo prodigios en la vida de cada cristiano. En esta vida puedes tener todo: bienes, poder, prestigio, riquezas pero si no crees en Dios, lo has perdido todo, trabajemos por alcanzar la fe, aceptando los prodigios que el Señor hace en nuestra vida diaria.

Jesús, también nos invita a confiar siempre su Palabra, el estar atento a los signos de los tiempos, es necesario dar el paso a la conversión, la penitencia, esto dará sentido a nuestra vida cristiana en relación con Dios y con los demás. Es la penitencia de la vida, inevitable con frecuencia, que debemos asumir para acceder al trono de la gracia.

Una señal extraordinaria es pedirle al Señor, nos conceda la gracia de acercarnos al sacramento de la penitencia, para recuperar la gracia santificante y lo tenemos todo. ¡Para bien de la Iglesia y nuestra propia salvación! Amén.